Olvidémonos de todo lo que supiésemos, intuyéramos o pensásemos hasta ahora de ella. Taylor Swift ha pasado de ser anécdota para convertirse en categoría. Seguirá siendo una de las artistas de masas más rutilantes de este planeta, una muchacha de éxito arrollador, carisma deslumbrante y belleza evidente. Pero si no la hubiésemos oído mencionar jamás en la vida y folklore fuese su álbum de debut, pensaríamos en una joven artista brillantísima, lúcida y esencial para comprender a las cantantes alternativas que deberían alcanzar al gran público. En el año en que se paralizó el mundo, la propia Swift se encarga de colocarnos el mundo del revés.

 

Taylor proviene del country-rock más comercial, se ha ido arrimando al pop masivo y sabe que el más mínimo de sus movimientos será escudriñado por medio planeta. Después de una catarata de éxitos que ha tarareado todo hijo de vecino (recordemos que hasta Ryan Adams recreó en totalidad uno de sus discos, 1989), podría tomarse este 2020 en barbecho a la espera de que las circunstancias le permitiesen nuevos baños de masas. Ha hecho justo lo contrario: aprovechar la tesitura para escribir un abundantísimo puñado de nuevos temas y lanzárselos al mundo sin aviso previo. Ni goteo de sencillos de adelanto, ni notas de prensa eufóricas para calentar el ambiente, ni entrevistas con honores de portada, ni crípticas etiquetas a modo de acertijos en las redes sociales. Solo música. Mucha. 16 canciones (64 minutos) de las que, puestos a ponernos picajosos, solo podríamos prescindir de tres o cuatro. Incluso una decimoséptima, The lakes, que solo estará disponible en las ediciones físicas del álbum (cedé, vinilo o… casete).

 

Ayuda mucho que, junto a su habitual Jack Antonoff, Taylor se haya querido respaldar esta vez en la producción de Aaron Dessner (The National), que además comparte créditos en la autoría de nueve de los temas. El nivel de muchos de ellos es elevadísimo. Esa estrofa con nota final aguda para Illicit affairs, la filigrana acústica (gracias por la inspiración, Sufjan Stevens) que envuelve Invisible string, la sencillamente soberbia The last great American dinasty, revestida de esa electrónica sutil y elegantísima que impregna gran parte del minutaje. Y eso que en los foros de Internet ha comenzado a definirse como el “triángulo de amor adolescente”: CardiganAugust Betty, a cual más atinada en su ambiciosa búsqueda del pop pluscuamperfecto, parecen referirse a tres protagonistas comunes, solo que alternando el punto de vista de cada cual.

 

Añadamos los paralelismos con Lana del Rey (Mad woman), inevitables por la conexión con Antonoff. Y el regalo mayúsculo que supone el mano a mano con Justin Vernon (Bon Iver) para Exile, un título que comienza recatado y termina resultando grandioso. Nadie esperaba la mera existencia de folklore apenas un año después de Lover, uno de los discos más divulgados de 2019. Pero era sencillamente imposible de prever un repertorio de este calado. Prescindamos de apriorismos: esta Taylor confinada, intimista y en blanco y negro, en mitad de un bosque brumoso otoñal, es un descubrimiento pasmoso. Y una candidata fulminante a uno de los discos más irrebatibles del año.

5 Replies to “Taylor Swift: “folklore” (2020)”

  1. ¿Y quién dijo que está monstua NO era inmensa desde el momento 1? En fin, sólo por ser joven y mona, se duda de ella. Nunca es tarde… Bienvenidos!

  2. Estoy cansado de publicaciones y criticas de discos, que van de puristas buscando siempre impresionar con grupos minoritarios o con rarezas para epatar al personal y presumir de conocimientos profundos del panorama musical , me parece fantastico que un dia nos recomiendes un discazo de Spirit y hoy pongas en su lugar a una artista de masas con imagen de artista comercial de musica facil, cuando en el fondo pueda tener un gran talento para la composicion e interpretacion, independientemente de otras cualidades más evidentes.

    1. Pues estoy de acuerdo. llevo poco tiempo siguiendote, desde escucharte hablar en RNE, pero me gusta mucho la variedad. Soy el tipico que ni habria escuchado el nuevo de T Swift, deacartandolo por comercial y de masas, pero ahora lo voy a escuchar… y si no me gusta, no pasa nada, pero por lo menos lo habria escuchado. Saludos!

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