“La mezcla es lo puro. Lo puro está en la mezcla”, repiten en dulce y delicioso bucle las voces de Rita Payés y Vic Mirallas en el corte que da título al segundo elepé de Hirahi Afonso. A este joven y deslumbrante nuevo talento grancanario le atraen las paradojas por lo que implican de travesura, pero también por la reflexión profunda que encierran. Y es ese doble espíritu, el del tipo analítico y estudioso que se las ingenia para escribir música eminentemente luminosa, el que mejor define el trabajo de este compositor de la generación milenial, pero comprometido de manera férrea e inequívoca con las enseñanzas legadas por quienes nos antecedieron muchas décadas atrás.

 

A la música española de creación propia e inspiración folclórica le ha nacido un titán. Y, ya que andamos con paradojas, no deja de ser llamativo (y enormemente valioso) que este gigantón de Las Palmas haya querido enarbolar como principal canal de expresión el repiqueteo de un instrumento autóctono diminuto, el timple. La humilde guitarrilla de cinco cuerdas se vuelve relevante entre los dedos grandes y ambiciosos de Hirahi, comprometido con un apostolado en el que no pararán de surgirle numerosos conversos. Porque de las diminutas entrañas de ese artilugio de apenas medio metro de longitud nace un sonido de brisa y mestizaje. Impureza en estado puro: justo aquello de lo que, en última instancia, este disco sabio, delicioso y precoz acaba tratando.

 

No es ni mucho menos Afonso –que sopla en diciembre las velas de su 27º cumpleaños– el primero en explorar un camino por el que ya han transitado otros timplistas excelentes, de Benito Cabrera a Germán López o el malogrado José Antonio Ramos. Pero quizá su muy temprana formación en la ilustrísima Escuela Superior de Música de Cataluña (Esmuc) haya agudizado en su caso el carácter intrépido y ecléctico, así como los vínculos tímbricos, estilísticos y hasta técnicos entre el timple y la guitarra española, que Hirahi también domina con destreza abrumadora. La presentación absoluta de Lo puro, el sábado pasado en el Womad de Las Palmas de Gran Canaria, certificó a este canarión sagaz como uno de los grandes acontecimientos del festival, aunque sobre el papel otros artistas de renombre internacional eran los que más curiosidad habían suscitado. A Afonso le costará olvidar una puesta de largo tan emotiva y exitosa, más aún ante varios miles de espectadores y en la misma ciudad que le vio nacer.

 

La magia vivida a orillas del Atlántico la noche del sábado 11 no fue fruto ni de una feliz carambola ni del mero abrazo cómplice del paisanaje. Lo puro es un disco de canciones hermosas, poéticas, sustanciales y relajadas en las que la elegancia se afianza a partir de formas y maneras prestadas del folclore y la tradición. E Hirahi se vuelve tan singular como su propio nombre de pila gracias a ese empeño en dignificar la tradición y hacerla tan lírica como adictiva.

 

Su predicamento le ha permitido, pese a la juventud, contar aquí con voces invitadas muy relevantes, desde los ya mencionados Payés y Miralles a las hermanas Neddermann (Judit y Meritxell), el ilustre Pedro Guerra (Las cosas que importan bien merecería hueco en el propio cancionero del tinerfeño), Pol Batlle, la imparable palmera Valeria Castro y el coruñés Xabier Díaz, que complementa con una óptica atlántica bien distinta esa preciosidad titulada Dentro. Solo hay siete Hirahis en el mundo, y este en concreto es lo bastante singular como para estar llamado a logros muy notables.

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