Resulta a estas alturas un tanto anacrónico, por no decir estrafalario, seguir pensando en Vega como aquella-cantante-surgida-en-ese-programa-televisivo-de-cuyo-nombre-no-queremos-acordarnos. Ni Operación Triunfo carga con el estigma al que en su día se hizo merecedor (aunque siga sirviendo como un espectáculo televisivo sobre pasiones juveniles, más que como una presunta academia de nuevos talentos) ni Vega tiene demasiado que ver, tantos años después, con aquella concursante primeriza. Es más, las dimensiones de este proyecto tan hermoso en contenido, pero también en continente, hablan de una artista evidentemente asentada en la parte alta de la tabla del pop español: el llenazo en la Joy Eslava aquel pasado 5 de octubre, cuando aún podíamos sudar y gritar todos juntos, fue apoteósico, y una parte significativa de esas vibraciones y excitaciones se documenta muy bien en este trabajo.

 

La presentación, ya decimos, es ejemplar. Un librodisco de gran formato, generosos testimonios fotográficos, papel espléndido, un Blu-Ray que sirve de complemento audiovisual para la grabación. Pero la esencia sigue siendo, qué demonios, lo que concierne al clásico “doble LP en directo”, un ritual al que las figuras de relieve han de acabar sometiéndose si quieren que así las consideremos. Por eso Diario de una noche… tiene mucho de reválida para la cordobesa Mercedes Mígel, serena en el papel de jefa de operaciones, dueña de una voz poderosa, firme y personal aun bajo el vértigo de los focos y la tecla rec, generosa con su hábil y ecléctica nómina de invitados.

 

Las conexiones gallegas de su anterior disco en estudio, La reina pez, afloran a través del gaitero Budiño, la cantante pop-folk Guadi Galego y el cantautor ferrolano Andrés Suárez. Pero quizá el momento más icónico se produzca cuando Eva Amaral emerge para El alud, a sabiendas de que Vega encuentra en ella su espejo más evidente en cuanto a timbre vocal, actitud y temperamento.

Le faltan todavía a Mercedes, quizá, más páginas incontestables, un ramillete de títulos icónicos que puedan ser distinguidos, compartidos y coreados por un público dispar. Pero lo mejor de este Diario es que no sirve solo como colofón, sino que aviva el interés por conocer los siguientes pasos de su protagonista. Andaremos atentos, muy gustosamente.

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