Haría bien la estupenda factoría discográfica francesa Frémeaux & Associés, radicada en la periferia parisina de Vincennes, en incorporar a su plantilla a algún experto en diseño, embalaje y mercadotecnia, porque los toscos y aparatosos diseños que a veces presentan sus cajas desmerecen de sus con frecuencia sabrosísimos contenidos. Y este Diccionario cronológico del rock sirve como ejemplo inmejorable de esta discordancia, porque la voluminosa caja cuádruple, poco llamativa en su cartón exterior y sencillamente pavorosa en los dos encartes interiores, acoge una selección sabrosísima de 98 canciones y otros tantos firmantes del rock más prehistórico y primigenio, además de un generoso y esclarecedor libreto de 68 páginas (en versión bilingüe francés/inglés, como de costumbre) que va desbrozando con elocuencia las claves que atañen a todas y cada una de las grabaciones.

 

Tendemos a ubicar el nacimiento del rocanrol en torno a aquel Rock around the clock en la versión de Bill Haley & His Comets (1954), pero es evidente que aquel virulento y prolongado movimiento sísmico no nació de la nada. El Diccionario que ahora nos incumbe hace muy bien en dividir el material en cuatro bloques, uno por álbum: El nacimiento del rocanrol (1945-1951)Clásicos tempranos del rock (1952-1956)Clásicos del rock (1956-1958)El camino hacia los sesenta (1958-1962). Y aunque su contenido pueda en ocasiones resultar más árido, es el primero de los cedés el más sabroso y esclarecedor, puesto que ayuda a comprender los orígenes y los cimientos, además de sacar del ostracismo a figuras de mérito enorme que llegaron bastante antes que los nombres consabidos (Jerry Lee Lewis, Chuck Berry, Little Richard, Fats Domino, Ritchie Valens, Gene Vincent… todos en el tercer disco) y sin los que nada, o casi nada, habría sido igual.

 

Basta reparar en el caso de Arthur Crudup, cuyo That’s all right (1946), tercer corte de esta colección, permanecería casi en el anonimato durante una década hasta que Elvis Presley registró en 1956 su decisiva y canónica lectura, que es justo la escogida para representar al Rey de Tupelo en el segundo de los cedés. Crudup tuvo además una vida desdichada, lo que le convierte en un personaje propicio para novelistas y guionistas de biopics, pero algunos otros de esos primeros 24 artistas aquí rescatados no le van a la zaga. Ahí tenemos a Hal Singer, intérprete original de Rock around the clock, o al peculiarísimo Lalo Guerrero, un caballero de Arizona con sangre mexicana que en 1949 pretendió darse a conocer como Lalo Guerrero y sus Cinco Lobos con… ¡Marihuana boogie! 

 

Toda esta prolongada escucha –muy gozosa por la habilidad de intercalar piezas muy célebres (y celebradas) con otras perlas de las que apenas teníamos idea– se enriquece de manera decisiva con las anotaciones bilingües de Bruno Blum, el cantante y musicólogo que suele firmar buena parte de estas colecciones panorámicas. Las ha habido brillantes y estupendas, pero esta, por dimensiones y empeño didáctico, es de las mejores.

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