La historia de Al Dual es fantástica y merece ser más divulgada y mejor conocida, en lo humano y, desde luego, también en lo artístico. Al es diminutivo de Alfonso y “dual” se lo decían –típica broma de chavales– por sus apellidos, Martínez Martínez. De tal guisa se plantificó en los primeros compases de 2018 en Memphis para concursar en los Ameripolitan Music Awards, una especie de premios Grammy del rockabilly. Por entonces tenía 41 años y no le conocía virtualmente nadie, pero el primer premio fue para él. Por mucho que sus rivales provinieran de todos los rincones del país anfitrión, desde Washington a California, y él presumiera de procedencia murciana en su DNI.

 

Han transcurrido cuatro primaveras desde entonces y ni Alfonso Martínez ni su sosias sobre los escenarios, Al Dual, han avanzado mucho en reconocimiento ni popularidad. Pero este elepé debería servir para abrir ojos y oídos entre cualquiera que se tropiece con él, porque demuestra que lo suyo no es ni una azarosa coincidencia ni una personalidad postiza que busca un mimetismo meramente emulador. Hay raudales de música de los años sesenta y, sobre todo, cincuenta, en la cabeza de Al. Y muchísimo encanto para plasmarla con legitimidad y un deje personal y auténtico.

 

Nadie que desconozca estas circunstancias pensaría en Reel to reel como la obra de un más bien ignoto músico español. Martínez ha grabado ya en Sun Records (la cuna discográfica de Elvis Presley y Carl Perkins), conoce la sintaxis del rockabilly y demás sonidos de aquellos años en que todo estaba por definir. Suena verosímil, legítimo; tan auténtico como ese aparatoso tatuaje que le cubre el cuello. Y tiene agallas. Cadillac funk se queda a las puertas de Working on a highway, de Bruce Springsteen; con Girl y Sue, Sue, Sue (un homenaje a su hija, para la que no pudo escoger un nombre más yanqui) consigue un sonido más cercano al de los primeros Beatles y la estupenda When I was younger es una balada con hechuras purísimas de los años cincuenta, a la manera de Paul Anka o Neil Sedaka.

 

No queda ahí la cosa. Gold and silver se aproxima al estilo duduá, con sus coros característicos envolviéndolo todo y ese saxo aportando la sazón, mientras que en She cries from Mexico engola ese vozarrón para rememorar a Elvis en su faceta de rompecorazones. Y en cuanto a Didley is alive, el homenaje es explícito hacia Bo Didley, uno de los grandes ídolos de nuestro vaquero murciano: pocos como aquel genio de Mississippi lograron trazar con tanta precisión la bisectriz entre el blues y las primeras formulaciones del rocanrol.

 

Al ama las canciones de formato breve, nunca por encima de los tres minutos, así que estas 10 composiciones se nos desvanecen en menos de media hora. Es poco tiempo, pero la sensación es de placidísima fugacidad: Reel to reel deja el poso de verosimilitud y cercanía desde el momento mismo en que comienza a girar en el plato.

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