Tres años ha permanecido esta nueva Chloé Bird en proceso de gestación lenta, macerándose a conciencia a partir de aquella artista ya excepcional que en 2018 nos había asombrado con The light in between. Tocaba el salto al castellano, sin duda, y la favorece muchísimo. Y procedía ensanchar el carácter, dentro de que Bird mantenga su aura de muchacha reservada e intimista, poderosa desde su ensimismamiento. Flores y escombros es una expansión y una eclosión, la apertura hacia los otros y la ampliación de miras, tanto las temáticas como, sin duda, las musicales. Porque la cacereña, aprovechando justo ese punto de inflexión que siempre supone el cumpleaños número 30, agranda el espectro de su voz y salpimenta su habitual canción intimista con destellos de pop electrónico bailable y algunas trazas de disco: en A paso lento, por ejemplo, y en el espléndido tema titular, donde parece una versión contenida de los Amaral más sofisticados. O la traslación de León Benavente a un universo femenino.

 

Una parte de este salto evolutivo habrá que adjudicársela a Pablo Lesuit, ese vigués con querencia al baile sudamericano, que aquí ejerce de productor, programador y guitarrista y amplía la generosa gama de colores que ya contemplaba la paleta de Chloé. Lesuit es compañero de generación de Bird y, al igual que ella, un artista brillante y pletórico al que debería conocérsele más y mejor. Chloé se expone ahora en un permanente equilibrio entre fragilidades y enterezas. De ahí las flores y los escombros, las debilidades y los estallidos. La fuerza y la flaqueza. Por eso Nadie muere de amor suena tan endiabladamente sardónica y pegadiza. Por eso nuestra protagonista siempre será “La reina de las horas muertas en mi torre de cristal”: tan frágil y vigorosa a la vez.

 

Chloé se refrenda aquí, definitivamente, como nuestra Regina Spektor peninsular: esa voz tan absorbente y madura, desde su aparente naturaleza vulnerable; esa capacidad para el retrato y el autorretrato sin complejos ni fatigosos pudores. Miedo al miedo es la confesión más conmovedora, el paso adelante definitivo de una muchacha que ya no tiembla al compartir con nosotros su universo más propio. Y que debería ascender, después de esto, a la primerísima división de nuestro pop maduro.

 

 

 

 

One Reply to “Chloé Bird: “Flores y escombros” (2021)”

  1. Estamos los que solo entendemos la belleza de una letra, de una voz, de una canción.
    Por detrás, notamos una gran personalidad, disciplinada, solo aparentemente “tímida” y que intuimos muy creativa.
    Siempre desde lejos.

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