Ha conseguido en estos años Maria Rodés lo más difícil: hacerse inconfundible, singular y, sobre todo, necesaria. Lo confirma un quinto disco que, de alguna manera, hace las veces de compendio de lo caminado hasta ahora. Un homenaje orgulloso, que no jactancioso, del papel de la mujer en el mundo del arte, la cultura y el desarrollo de las civilizaciones. Como diría el clásico, a la vista de lo mal que ha marchado el mundo en manos masculinas, va urgiendo cambiar los códigos, y Lilith sirve de fabulosa banda sonora para ese proceso necesario.

 

Lilith era, según la tradición, el nombre de la primera mujer de Adán. Aquí se eleva a epígrafe para un disco temático inspirado en las brujas, un homenaje a todas esas mujeres que a día de hoy y durante toda la historia han sido y son espíritus libres, creativos, curiosos e inconformistas. Rodés, barcelonesa de 34 años, lo desarrolla desde esa candidez perturbadora que ha erigido en santo y seña de su personalidad. No necesita alzar la voz ni alterarla apenas: cada inflexión, por mínima que sea, se nos aparece henchida de significado.

 

Y es así, con esa falsa inocencia, como Maria erige un discurso de orgullo diferenciado. El diablo es un varón pérfido, pero la sagacidad de nuestra protagonista doblega el embate de la testosterona. La excepcional Carta al diablo ya establece los términos de ese desafío a Belcebú (“Ahora es su voz la que canta por mí, ahora soy yo la que conspira”). Es una fascinación peligrosa que se refrenda solo un par de cortes después, con Pelo rojo: “El diablo me dijo que me quería / y en sus brazos sentí cómo algo crecía”. Todo, con una especial querencia por los ritmos ternarios, como vuelve a evidenciar Con los pies desnudos, nuevo vals de apariencia galante y trasfondo de inquietud.

 

La mirada hacia Latinoamérica se certifica con La extraña, una cumbia disonante y desafiante (“Soy la bruja que hoy vela por mí”), y en la breve y lindísima Recuerdos de Ypacaraí, el enclave paraguayo al que, no en vano, se conoce como ciudad del folclore. El apego por los compases de tres partes, tan femeninos y propicios para el sosiego y el trazo fino, lo corroboran también los dos últimos cortes, Oscuro cantoLes bruixes tornen, guiados por el repiqueteo del arpa y demás cuerdas. Disco breve –por debajo de la media hora–, esencial, delicado y finísimo: certificación de que Maria se sustenta en una materia creativa realmente diferenciada.

2 Replies to “Maria Rodés: “Lilith” (2020)”

  1. maravilloso!
    me encanta tu dulce voz, esas letras tan profundas y poeticas y la musica
    mi sentir dice que es un disco muy especial que toca el alma.

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