¿Qué lleva a Matt Berninger, voz cantante, letrista principal y uno de los compositores relevantes en una banda de trascendencia apabullante, a emprender en un momento ya avanzado de su historial una trayectoria paralela como solista? O, dicho de otro momento, ¿cuántas de las 10 canciones que conforman esta segunda entrega de Berninger en solitario no habían encontrado acomodo en un álbum de The National, más aún si tenemos en cuenta que la sacrosanta formación neoyorquina atraviesa un periodo de actividad lo bastante intensa como para haber entregado dos álbumes sucesivos en estudio durante 2023 y conmemorado su última gira por medio mundo con un elepé en directo en 2024?

 

Cuesta responder de manera convincente e inequívoca a estos interrogantes, porque Get sunk podría en buena medida haber hecho las veces de undécimo álbum de los nacionales y lo celebraríamos como un refrendo de la euforia artística en la que no pocas veces nos han sumergido. Pero queda claro que Get sunk es un álbum excelente, además de diáfano, instantáneo y vibrante, al menos para los estándares que acostumbra a manejar su firmante. Y ese es el principal titular que nos compete en esta historia, más allá de cuestiones logísticas o nominativas: preparémonos para disfrutar del mejor Berninger y el más accesible, sin que eso le desposea de mordacidad ni escepticismo, porque semejantes virtudes son consustanciales.

 

Los álbumes gemelos de 2023 a los que nos referíamos, First two pages of FrankensteinLaugh track, servían a Matt para radiografiar el episodio de depresión (parece que severa) que le atenazó durante buena parte de 2020 y que, como siempre sucede en estas cosas, siempre deja huellas y hondas cicatrices por exitosa que haya sido la recuperación. Por eso Get sunk acaba teniendo un atípico valor de celebración, de brindis tras el regreso de una honda oscuridad, y de ahí que esa vertiente ocasionalmente expansiva de Berninger resulte tan atractiva, aunque a ratos también un poco desconcertante. Los ritmos programados de los dos temas iniciales, Inland oceanNo love, se vuelven densos, seductores y narcóticos, mientras que Bonnet of pins es una eclosión que volvería locos a decenas de miles de seguidores de The National si la banda matriz lo defendiera en un pabellón.

 

Donde nuestro taciturno cantor de Ohio sí que se aparta de los territorios más frecuentados es en la nómina de cómplices, que aquí sorprende por su lejanía de los parámetros habituales, comenzando por la producción evanescente y vagamente psicodélica de Sean O’Brien, muy llamativa en ese Nowhere special donde las guitarras espaciales lo envuelven todo, empezando por la voz de un Berninger que recita, murmura y rezonga. Meg Duffy, de Hand Habits, aporta un maravilloso contrapunto de calor a ese vals taciturno que es Breaking into acting, mientras la historia de infidelidad que sostiene Silver Jeep se salpimenta con una contramelodía que Ronboy, nombre artístico de Julia Laws, introduce casi de puntillas.

 

Tampoco podía faltar el Berninger más íntimo y baladista, esplendoroso en Little by little: una pieza llamada a volverse eterna en nuestra memoria gracias a su naturaleza tan frágil y sentimental cuando se eleva la línea melódica en el estribillo. Y nos queda, claro, el colofón sombrío de Times of difficulty, un título que solo podía provenir de un firmante así, y en el que se desliza el título del álbum: “En tiempos de corazones rotos, emborráchate; en tiempos de llanto, sumérgete [Get sunk]; en tiempos de vergüenza, olvida”. No es un dechado de optimismo, pero sí de emoción y poesía irrenunciable.

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