El tercer disco de los bostonianos equivale a una maravillosa versión indie y psicodélica de esos discos ochenteros que solo escuchamos a hurtadillas, por el qué dirán: desde Tango in the Night (Fleetwood Mac) al Different Light de las Bangles (y de ahí podríamos sublimar nuestras aberraciones adentrándonos en Sheryl Crow). La factura de Plaza es mucho más universitaria que pomposa, claro, pero el compromiso con las melodías resplandecientes está ahí, como un valor irrenunciable. Produce Jarvis Taveniere, de los también lisérgicos Woods, y las guitarras saturadas se salpican gozosamente con órganos, arpas, flautas, cuerdas. Anna Fox Rochinski defiende O’Connor’s Barn mientras su contrapunto masculino, Shane Butler, suena en Something There como unos The Mamas & The Papas producidos por Tame Impala. Dos ejemplos enormes dentro de un trabajo altamente adictivo.

 

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