Tenía ganas de recuperar este disco, que en su día escuché y casi escudriñé con devoción. Y sospecho que no era enajenación pasajera: casi una década más tarde lo sigo encontrando enorme. Ya en su día hubo muchas caras de sorpresa cuando se anunció que Hombres que nacen dos veces optaba al prestigioso premio Mercury como mejor álbum británico de la temporada. Casi todos aquellos rostros pertenecían a quienes no habían reparado en el jugosísimo trío liderado Tim Elsenburg, un gafapasta protegido de David Sylvian (el dueño del sello Samadishound) y con un timbre de voz relativamente parejo a las letanías del que fuera líder de Japan. Elsenburg aporta destellos de humor a un repertorio intenso como los discos de Radiohead y minucioso hasta el detalle más nimio: Kalypso introducía como elemento rítmico los chorros de un lavavajillas y There will it end incluye hasta treinta pistas de voz. Y todo ello, sin asomo de pedantería: los ambientes de SBP pueden remitir a los de Sigur Rós, pero en versión más liviana y con un muy sugerente universo lírico. Romanticismo para sibaritas modernos que hoy puede que ya peinen alguna cana. Hace como cuatro años que no sé de los Pilgrim. Ojalá el silencio no se prolongue mucho más.