El mundo avanza con un pálpito vertiginoso, pero la cabeza de Abe Rábade circula todavía a una mayor velocidad. Y esa inspiración tan fértil encuentra ahora alimento en un territorio de especial exuberancia, y más aún en el caso de sus tierras gallegas: la vegetación. Con este son ya 15 los trabajos discográficos que acumula el pianista compostelano en sus dos décadas de búsqueda siempre inquieta, pero nunca había llegado tan lejos, en esplendor y sofisticación, como con Botánica. Porque aquí la sintaxis no es solo jazzística, sino también tradicional, folclórica y cercana a la música de cámara.

 

El mejor ejemplo de esa vertebración de lenguajes lo encontramos en la pieza inicial, Bidueiras: Menciñeira núa. Rábade había enfocado sus esfuerzos recientes en sublimar las posibilidades del clásico formato de trío, pero aquí abre las puertas de par en par a las fabulosas aportaciones vocales y de percusión tradicional de Davide Salvado, coprotagonista en la inmensa mayoría del trabajo. Y lo envuelve todo con el tacto terso de una banda que incorpora guitarra, saxo tenor, violonchelo y hasta vibráfono, una textura siempre propicia para el lirismo. De hecho, a las habituales reminiscencias del jazz europeo contemporáneo se suma ahora una visión más dúctil y melódica que en episodios como Freixo puede recordarnos los ya lejanos álbumes del Paul Winter Consort, una formación que, a fin de cuentas, siempre abogó por el apego hacia la naturaleza.

 

Freixo (Fresno), Bidueira (Abedul), Teixo (Tejo), Carballesa (Robledal), A folla do castiñeiro (La hoja del castaño)… La misma sonoridad arbórea del gallego dota de aroma y frescor a estas partituras, íntegramente compuestas por Abe pero muy deudoras de los alalás y demás formas ancestrales de la canción tradicional gallega. De ahí la importancia capital de Salvado, presente en 12 de los 14 cortes y único competidor plausible del enorme Xabier Díaz si buscamos al mejor vocalista folclórico noroccidental de nuestros días.

 

Salvado y Rábade ya hicieron buenas migas tres años atrás, con motivo del espectáculo Lorca namorado, pero ahora llevan esa alianza a un contexto mucho más propio, singular y henchido de sus personalidades tan diferentes como rabiosamente complementarias. De hecho, da la impresión de que Abe se ha concedido un festín creativo al comprobar cuán boyante era la paleta de colores a su disposición. As idades da devesa, por ejemplo, es un muestrario de todos esos lenguajes, del bop a la balada, articulado en forma de suite de cuatro movimientos (Faia supone un suculento festín para el guitarrista Virxilio da Silva y el saxofonista Daniel Juárez) y más de 20 minutos de duración. Todo fluye en Botánica, como un paseo fluvial por medio de las fragas; que así llaman a los bosques por los dominios de Breogán.

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