Entre los fenómenos cuasi paranormales de 2017 puede que no se haya hecho suficiente hincapié en que Blondie grabase un álbum bastante más que potable. Llevo algunos días recuperando este “Pollinator”, del que se habló bien poco, y me sorprendo con ganas de volver a pulsar el Play. No le presté la menor atención a su antecesor, “Ghosts of download”, sobre el que los neoyorquinos debieron de sentir tantos remordimientos como para sepultarlo junto a una regrabación de los grandes éxitos de siempre. Era fácil abonarse al escepticismo, en consecuencia, pero en esas llega esta banda de sexagenarios y entrega una colección viva, acalorada, musculosa, pintona, a ratos jodidamente seductora. Incluso desmesurada: la producción se envalentona y prefiere siempre pasarse a quedarse corta, los sintetizadores chirrían a tumba abierta (‘Love level’) y, caramba, Debbie Harry sigue conjugando el vértigo de la new wave punki de los comienzos en joyitas como ‘Gravity’. Sumemos la adorable ‘Long time’, escrita a medias con ¡Blood Orange!, y hasta una incursión en la obra solista de Johnny Marr, ‘My monster’, y nos descubriremos recuperando un poquito la fe. De veras, amigos descreídos.

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