Por mucho que el logotipo serpenteante sea el de siempre y las portadas de Roger Dean resulten inconfundibles entre un millón, cada vez se hace más difícil pensar en la mítica banda de rock sinfónico que llevamos disfrutando desde hace más de medio siglo y no en el grupo de acompañamiento del guitarrista Steve Howe, único integrante original que se mantiene a flote en Yes. Podíamos escribir superviviente y tendría también toda su lógica polisémica: con Jon Anderson, el vocalista de referencia, enemistado con el quinteto desde hace ya casi un par de décadas, las muertes sucesivas del bajista Chris Squire (2015) y del batería Alan White (2022), al que se dedica este Mirror to the sky, dejan una nómina demasiado abultada de bajas. Pues bien: contra todo pronóstico, y aunque sus antecesores inmediatos habían dejado el listón bastante bajo, este vigésimo tercer elepé de estudio de Yes es acaso lo mejor que les hemos escuchado a Howe y sus compinches en lo que llevamos de siglo.

 

La consigna parece clara: cada sustituto del miembro icónico remite a los patrones tímbricos de su antecesor para que, con Howe como pegamento conceptual, todo recuerde a lo que en tiempos fue. Jon Davison lleva años comportándose como un Jon Anderson de baja intensidad, Billy Sherwood exhibe una pegada análoga a la del demoledor Squiere y ahora Jay Schellen se incorpora como un batería hábil y adscrito a la escuela prog de toda la vida. Si a eso le unimos los arabescos orquestales, particularmente llamativos en los 14 minutos del espectacular tema titular, nos encontramos con un álbum inesperadamente sólido, coherente y, sobre todo, cohesionado. Porque, más allá de la acaramelada balada final, Circles of time, y de las inflexiones melódicas de corte medieval para Luminosity, todo suena a ese rock progresivo, robusto e impredecible, que convirtió a Yes en una de las formaciones más espectaculares durante la primera mitad de los setenta.

 

¿Dos terceras partes de un buen disco de Yes? Sí, podemos hacer ese cálculo. Tanto Mirror to the sky como la apertura, Cut from the stars, recuperan una solidez conceptual que ya creíamos perdida para siempre. Y, desde luego, esa atildada blandenguería del trabajo previo, The quest (2021), parece felizmente orillada. Al menos en el tramo convencional del álbum, porque Mirror to the sky y The quest comparten esa incómoda característica de un segundo CD de acompañamiento, en torno al cuarto de hora, con tres temas adicionales que esta vez, como dos años atrás, tampoco aportan gran cosa, más allá de algunas gotas de glucosa.

 

Pero incluso en eso, en las sobras, este Mirror to the sky se impone a The quest por goleada. Y, por descontado, las piezas largas (la que da título, pero también All connected, con sus buenos nueve minutos) culebrean en ese mágico carrusel de crescendos, paréntesis, apoteosis, guiños clásicos y guitarras encabritadas con el que Yes se granjeó, desde The Yes album (1971) y, sobre todo, Close to the edge (1972), un hueco innegociable en la historia.

5 Replies to “Yes: “Mirror to the sky” (2023)”

  1. Me parece muy buen disco. En realidad me alegra leer un comentario como este que coincida con mi opinion. Crei que yo era demasiado fan porque mis amigos me decian que el disco no les habia gustado. La cara uno me parece muy huena y el tema que da titulo al disco es para mi el mejor!! Por supuesto no se debe comparar con close to the edge ni ninguno de la epoca gloriosa de yes

    1. Pues estamos muy de acuerdo, Carlos. Queda muy, muy lejos de los años gloriosos de ‘Close to the edge’, ‘Fragile’, ‘The Yes album’ y demás, pero es seguramente lo mejor que han hecho en estos últimos 20 años

  2. Un álbum sin sorpresas ni virtuosismo. De Yes solo le queda el nombre. Casi podría considerarse una franquicia. Ni siquiera conservan “la receta original”, como ocurre con los productos consagrados de la gastronomía europea. Salvo Howe, son todos músicos mediocres o sin voz propia. Apenas pasable.-

  3. Hola Fernando. Muchas gracias por tu comentario sobre este Disco Maravilloso de Yeso. Si. Pienso lo mismo, es el mejor disco del supergrupo YES en muchos años y nos recuerda la magnifica década de los 70 en dónde YES hizo estragos. Aquí un trabajo superlativo del gran Steve Howe!
    Mi álbum preferido es Fragile, pero en general me gustan casi todos. Y por supuesto, este no es la excepcion. Saludos desde La Habana, Cuba

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