En el inmensamente fértil paraíso musical islandés, Daði Freyr es el contraejemplo perfecto a los exponentes más célebres y sesudos de aquella isla prodigiosa y gélida, a esos Björk, Sigur Rós y demás representantes excelsos del pop experimental llamado a escribir grandes páginas de gloria. Joven, larguirucho y desgarbado, tan divertido como incorregiblemente travieso, a Freyr le encanta el juego, el espíritu lúdico y la reivindicación de la música como acicate para la complicidad y la bonhomía, para las camisas chillonas y el pop entendido como tres simples, escuetas y gigantes letras mayúsculas. Y eso es lo que busca y casi siempre consigue I made an album, título intencionadamente intrascendente y tontorrón por parte de un creador sin un solo pelo de tonto; un manifiesto desmitificador que nace con un aliento de sorna y petardeo, y se propone que terminemos el día, sí o sí, con una sonrisa.

 

Al rubio de melena lacia y casi 2,10 metros de altura le conocimos en pleno año pandémico a raíz de Think about things, el zambombazo para pistas de baile – demencial coreografía incuida– con el que Islandia debía imponerse en una Eurovisión que nunca llegó a celebrarse por culpa del bicho. En la edición siguiente, que ya sí tuvo lugar, repitió con otra canción de características similares, 10 years, que logró la cuarta plaza en la final y refrendó las sospechas sobre la habilidad abrumadora del muchacho para la canción adictiva y muy propicia para el tarareo: de apariencia sencilla, pero intrascendencia nada bobalicona.

 

A ninguno de aquellos dos títulos ya emblemáticos se le ha guardado hueco en este elepé de estreno, pero I’m fine lo tendría todo como heredera eurovisiva perfecta, con su aire bailable, cierta pátina de soul blanco y una imparable capacidad de contagio, quizá porque Daði a veces parece una versión septentrional de Rick Astley. Y no hay nada de malo en ello, a estas alturas. Menos aún, en comprobar que la voz grave, pomposa y engolada del mocetón de Reikiavik puede traernos a la memoria a Samuel T. Herring y sus Future Islands ya desde que Thank you abre el telón.

 

En I made an album la constatación se impone ya a la sorpresa de los tiempos de Think about things, pero el menú es impecable para su degustación a partir de ciertas horas de la noche: el vocoder maquinero de Moves to make, la travesura robótica y monocorde en I just want it, la perfección neo soul con Limit to love; incluso el delirio house para If you want to, ya de más difícil ingesta. Shut up es un prodigio de música disco actualizada, e incluso hay una coda final, Bitte, con el metrónomo del trip hop desbocado y la lengua alemana como cauce de expresión. Quizá no esté llamado a hacer historia, pero Daði nos sirve como estupendo compañero de viaje.

2 Replies to “Daði Freyr: “I made an album” (2023)”

  1. ¡Gran álbum! Llevo siguiendo al artista desde que participó en Eurovisión, y este me parece un genial primer álbum (ya ha sacado un LP en el que sí que aparecen sus dos canciones eurovisivas, por eso no están en el disco).
    Sólo comentar que la canción Bitte no está escrita, como se menciona en la reseña, en islandés, sino en alemán, ya que hace referencia a la vida del cantante en Berlín.
    Muy buena reseña. Un saludo.

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