¿Cómo abordar la grabación de un nuevo disco cuando hace el número treinta y tantos de la carrera de su protagonista, un hombre a solo tres años de la condición de septuagenario y que ya ha rubricado al menos dos o tres docenas de canciones irrefutables? Declan Patrick MacManus resuelve esa ecuación diabólica aplicándose un lifting drástico y haciendo entrega de un álbum apabullante, efervescente, expeditivo. The boy named If es una nueva obra maestra, aunque sea en una categoría menor, de un chavalito del 54 que se sacude zozobras, dolores, sombras y pandemias con una colección guitarrera y vivísima. Una vuelta a la raíz que, en realidad, es una manera de tomar impulso y mirar –no queda otra– hacia adelante.

 

Hay quien ve aquí, por el parecido gráfico de las portadas, una prolongación del espíritu rebelde que ya sirvió como carburante para Hey clockface, pero en realidad The boy… se acerca más al dinamismo bullanguero de Momofuku (2008), una de esas perlas poco reivindicadas en un historial tan inmenso e inspirado que propicia estos agravios inevitables. Y puesto que Momofuku ya lo sentimos en su día como una apelación a los años de juventud, la propiedad transitiva nos permite extraer la conclusión definitiva para este flamante y revitalizante nuevo elepé: nunca The Imposters se habían quedado tan cerca de The Attractions.

 

Las dos bandas, a fin de cuentas, siguen siendo las mismas con la sola variación del bajista (Davey Faragher ahora, Bruce Thomas en los tiempos mozos). Pero puede que nunca Costello hubiera concedido tanto espacio y mando en plaza a sus Impostores. Quizá esa idea loquísima de recuperar las pistas sonoras originales de This years’s model (1978) para entregárselas a una heterogénea nómina de cantantes latinos en Spanish model (2021) avivó este gusto por revivir el sonido de la vieja escuela. A fin de cuentas, el argentino Sebastian Krys ha producido ambas entregas. Y a él hay que concederle el mérito adicional de que The boy… suene tan expansivo a pesar de que el virus obligó a que cada uno de sus cuatro protagonistas trabajara desde una ciudad distinta.

 

No pasa nada. Farewell OK, con su colmillo de rock clásico desde el segundo número tres, marca la pauta que luego abrazarán el fantástico Magnificent hurt o el menos acelerado pero granítico What if I can’t give you anything but love, uno de esos títulos costellianos que ya son un monumento en su propia literalidad. Y ya entrados en faena, la maquinaria puede hasta formular requiebros latinos para The difference o parafrasear Pump it up, precisamente de This year’s model, en la más setentera de estas 13 nuevas piezas: Mistook me for a friend.

 

Pero que nadie se fíe. Costello siempre procura disimularlo bien, pero es un sentimental. Y esa preciosidad tierna titulada Paint the red rose blue, cuentan que su propia favorita de la lista, le avala una vez más como baladista para la posteridad. MacManus convierte en rutinaria la elaboración de discos enormes, pero The boy… es una fiesta a cargo de estos chavalines sesentones. Una fiesta en la que caben incluso las pinceladas circenses de The man you love to hate. Muy grande, cómo negarlo.

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