Josh Rouse llevaba ya sus buenos tres o cuatro discos cuando en 2003 nos enamoró de manera ya irreversible con 1972, una denominación que honraba su año de nacimiento. Siguen cayendo los álbumes y las primaveras, y nuestro prolífico y adorable muchacho de Nebraska llega ahora a este Love in the modern age, que bien podría haber titulado 1984. Aproximadamente.

 

Estas nueve canciones son la digresión de un autor delicioso que quizá nunca llegue al reconocimiento masivo, pero que sigue exhibiendo un don para escribir pop inmaculado con una pasmosa naturalidad. Ha regresado a casa después de una década de estancia española, no tiene nada que demostrar ni que perder y puede divertirse aquí asumiendo una personalidad de nuevo romántico: orilla las guitarras, se rearma con sintetizadores, acepta jugar con el vocoder y algún que otro saxo y adopta una actitud entre nostálgica, irónica y entrañable.

 

El tema central (que gira en torno a un dibujo sintetizado que parece prestado de… ¡Tangerine Dream!) es muy sorprendente, pero la habilidad de Josh como cancionista permanece intacta con independencia de los ropajes: Women and the wind es sobresaliente, igual que esos dos singles ochenteros hasta los tuétanos, Businessman y Salton sea. Intrigan las críticas descreídas que está recibiendo este álbum en cierta prensa internacional. Quizá Love in the modern age hubiera necesitado una producción más apabullante, gruesa, arrolladora, para convertirse en un trasunto de aquella otra época, y en cambio no deja de ser un disco indie. Pero se trata de un detalle nimio. Aquí cuentan las canciones y Josh es casi infalible en esa disciplina.

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