Los bostonianos Lake Street Dive se corresponden con ese arquetipo de banda estadounidense que por aquellas latitudes agrada a un amplísimo espectro de melómanos mientras que en Europa no parecen encajar en ningún nicho de oyentes. De hecho, les contemplan tres lustros largos de actividad, nos ocupa aquí su séptima entrega discográfica y la edición corre por cuenta de Nonesuch, uno de los sellos con mayor pedigrí que puede venírsenos a la cabeza, pese a lo cual es probable que el nombre resulte inédito para muchos aficionados. Quizá esta brecha en la difusión provenga de la vocación afable de LSD, una banda de sonido milimetrado, exquisito y solvente, aunque a veces entren ganas de pedirles un poco más de sangre, de uña, de herida en la proporción entre sufrimiento y placidez.

 

Las hechuras son magníficas, ante todo. Y, lo mejor de todo, Obviously es el trabajo de cinco artistas que anhelan ser escuchados de la primera canción a la undécima porque creen en el elepé como el espacio idóneo para mostrar toda su paleta de colores, debilidades estilísticas y excelencias. Cuentan con una jefa de filas de voz cálida y decidida, Rachael Price, que además encuentra ahora contrapunto en Akie Bermiss, ese afroamericano de Brooklyn con alma de Al Green. Juntos rubrican un dúo canónico, cual Marvin y Tami, en ese caramelito titulado Same old news. Y Rachael se basta por sí misma para exprimir las posibilidades del r’n’b contemporáneo con Hypotheticals.

 

En el fondo, Obviously acaba convirtiéndose en un catálogo irreprochable de música adulta. Price recuerda en el timbre a una Bonnie Raitt dulcificada, aunque cuando afila un poco el perfil (Hush money) la imaginamos a las órdenes de Prince en alguna de sus noches hiperactivas en Paisley Park. El empoderamiento femenino pasa en Being a woman (“Ser mujer es un trabajo a tiempo completo”) de lo suave a lo vigoroso y Making do tiene algo del sonido con el que Fleetwood Mac consiguieron en los ochenta que los radiaran a todas horas. El paseo, en definitiva, es gozoso, a falta de esos momentos en que por la calle del Lago fluya un poco más de adrenalina.

 

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