The art of conversation es un canto a la empatía y la afabilidad, dos atributos rabiosamente humanos que a día de hoy, inmersos en este mundo de rencores, susceptibilidades y confrontaciones, se han vuelto poco menos que exóticos. Los planes que Leo Sidran albergaba para 2020 se le desbarataron con estrépito, como al común de los mortales, pero, lejos de entregarse a la melancolía o las lamentaciones, decidió extraer sinergias y energías positivas de donde fuera humanamente posible. Y así, un álbum concebido en origen desde la más estricta soledad ha acabado suponiendo un abrazo sonoro entre docenas de cómplices de distintas generaciones y procedencias, además de una afortunadísima colección de canciones luminosas, duraderas y esperanzadas.

 

Acontece aquí, por lo pronto, que el hijo de Ben Sidran acredita la casi irritante virtud de hacerlo todo (o casi todo) rematadamente bien. Solo así puede plantearse un álbum en el que él canta, compone, produce e interpreta la práctica totalidad de instrumentos, para luego tirar de agenda y salpimentar ese trabajo ya muy sólido con aportaciones ilustres. La primera, claro, la de su señor padre, uno de los prohombres más indispensables en la escena del jazz vocal neoyorquino, compositor infatigable, organista y fundador en su día de un sello disográfico, Go Jazz, que durante unos cuantos años se afanó en hacernos felices gracias a discazos de Georgie Fame, Ricky Peterson y demás camaradas ilustres.

 

Entre los amigos indispensables de Leo también figura nuestro Jorge Drexler, junto al que tres lustros atrás escribió Al otro lado del río, la histórica y oscarizada canción de Diarios de motocicleta. Aquel tema reaparece aquí en una singular y más etérea adaptación al inglés, Row on, que surgió justo cuando el mundo entraba en shock y emociona como un himno sutil para reivindicar las alianzas y las complicidades. Es, de alguna manera, la formulación musical de aquel “Todo va a salir bien” en el que quisimos creer como sociedad hasta comprender que una parte de ella era lo bastante torticera, mediocre y revanchista como para no arrimar el hombro.

 

Lo mejor de todo, en cualquier caso, es que Sidran haya encontrado un momento propicio para la escritura durante los meses de circunstancias más trágicas en todo el planeta. The art of conversation sin duda se alimenta de la inspiración que Leo encontró en el maestro Michael Franks durante su disco de homenaje de 2018, Cool school (The music of Michael Franks). El propio título, de hecho, parece un guiño muy evidente a The art of tea, el trabajo con el que en 1976 debutó el refinado cantautor jazzístico californiano. Y la voz fragilísima y evanescente de Kat Edmonson en la canción que da título vuelve a encajar en perfecta sintonía con el sonido clásico de Michael, igual que sucede con otros cortes como Body and the brain.

 

Inmerso en ese estado de gracia, Sidran puede sintonizar con el pop adulto de Jesse Harris para Norah Jones (Pop), concebir una canción animosa e irresistible a partir de las angustias que a todos nos asaltan en las circunstancias presentes (Trying times), grabar con mucho gancho uno de los clasicazos de papá (Song for a sucker like you) o remitir al soul primitivo de los años cincuenta en My baby doesn’t say goodnight, una de esas canciones sencillas (a lo Sam Cooke) y adorables desde la primera vez que llegan a nuestros oídos. Conversar es un arte cada vez más infrecuente, pero interlocutores como Leo Sidran ayudan a comprender que siempre seguirá mereciendo la pena.

2 Replies to “Leo Sidran: “The art of conversation” (2021)”

  1. Joer Fernando, que alegría me acabas de dar, un disco de los Sidran, de cualquiera de ellos, es siempre una gran noticia para mí, y este no podía ser menos, claro. Qué ganas tengo de tenerlo entre las manos mientras voy escuchándolo, ya me estoy relamiendo… Yo he tenido la suerte de conversar algunos ratos con el bueno de Leo, cuando voy todos los noviembres al Central a ver a su santo padre, en ese rinconcito en el que él mismo vende sus discos y los de Ben, (obvia decir que siempre cae alguno) y, ciertamente, es un tío que, además de hacerlo todo rematadamente bien, conversa en español o inglés con mucho arte, más majo que las pesetas, vaya. De tal palo… Gracias otra vez por este artículo y todos los demás. Another chapa!!! 😉 Hala, buenas tardes.

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