A Los Mejillones Tigre se les puede querer o no, evidentemente; pero lo natural, lo que pide el cuerpo, es lo primero. Se antoja difícil no encariñarse de este sexteto guasón pero extraordinariamente serio, de una banda risueña que no confunde el buen humor con el bajo coste. Porque esta segunda entrega refrenda a los jiennenses como una formación adictiva, pintoresca y ya muy identificable con ese totum revolutum ya muy característico de cumbia y psicodelia engrasadas con las más acreditadas técnicas garajeras.

 

Tienen desparpajo estos muchachos de tierras olivareras, seis muchachos que han interiorizado las enseñanzas que desde hace más de medio siglo comenzaron a diseminar, a muchos miles de kilómetros de distancia, desde Santana a Os Mutantes pasando por los reyes del mambo y el boogaloo. Son sabrosos e irresistibles sin caer nunca en la irrelevancia. Porque El fuego no aspira a álbum sesudo, pero tiene intacta su capacidad para la sátira, la observación de lo cotidiano, la burla y el escepticismo propio de la vida adulta. Por eso asumen su malditismo de provincia humilde y alejada de los focos en la envenenada La fábula del promotor y el trovador, pero también pueden entregarse a un indisimulado dolce far niente con la deliciosamente hedonista Sunday guajira o refrendar con Lamento lisérgico el vigor de la cumbia como uno de los caminos más directos y eficaces hacia el éxtasis bailongo.

 

En realidad, los ingredientes ya estaban espolvoreados hace casi tres años en la receta de Tropical y salvaje (2020), pero ahora se nota que los cocineros han afinado el punto cada vez que revuelven el potaje en el fogón. Las metáforas culinarias encajan bien con una entrega como El fuego, símbolo por antonomasia del calor y la pasión, elemento propicio para el sudor o el alboroto. LMT no pretenden en absoluto ofender, pero sí al menos provocar, pellizcar, ser objetos de debate. Lo consiguen con una voluptuosidad no ya sureña, sino más bien tropical.

 

La sensualidad, sí, es consustancial a estos andaluces panamericanos y siempre tórridos, gente acostumbrada a la solanera que refresca con la adorable 40 grados (o más) pero también son capaces de volverse gamberros con La cumbia es el nuevo punk, una especie de actualización generacional y geográfica de aquellos manifiestos atlánticos que formulaba Siniestro Total. Imposible aburrirse con El fuego, un álbum carnal que procura no tanto el roce como la sonrisa.

 

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