Aunque en puridad sus 26 minutos nos obligan a catalogar The valley of vision como un EP, y sus propios artífices le atribuyen esa consideración, estamos viendo álbumes que se tienen por tales y rondan estas efímeras dimensiones. Y, sobre todo, no se nos ocurren muchos discos enteros en este 2023, por mucho que se extienda su minutaje, que incluyan tanta música como la que se reconcentra en estas seis piezas hermosísimas, solemnes y catedralicias, media docena de monumentos a la belleza por la vía del dolor, las tribulaciones y el ensimismamiento.

El antecesor inmediato, A million masks of God, había asomado hace menos de dos temporadas, pero parece que nuestro cuarteto de pop intelectual llegado desde Atlanta ha invertido varios años, a veces hasta una década, en acabar de modelar, perfilar y pulir estas seis piezas, lo que sin duda habrá contribuido a su construcción emocionante y grandilocuente, con la voz profunda, matizada y envidiable de Andy Hull en el centro de la estancia, dominándolo todo, y una maravillosa urdimbre de teclados, percusiones electrónicas y guitarras contritas proporcionando un envoltorio terso y acolchado, a menudo con resonancias entre la épica y el misticismo. Nada como Quietly para simbolizar este espíritu de meditación, quietud y viaje interior que desemboca en una eclosión sonora, en el último cuarto de la pieza, muy cercana al apoteosis.

Es tan hermosa aquí la melancolía que duele. Duele en lo más hondo. La remarcan esos pianos omnipresentes pero oscuros, como si los hubieran grabado desde el interior de una piscina. Se multiplica cuando en Lose you again nos dejamos mecer por las únicas guitarras acústicas del lote. Y estalla al fin, con todo su vigor y también su conmovedora fragilidad, en esos seis minutos finales que nos depara Rear view, exhibición vocal de Hull en toda su maravilloso esplendor y monumento al pop enfático, con su prolongado arrebato de batería cuando pensábamos que la pieza ya afrontaba su último aliento. Un final asombroso para un disco tan breve como enorme.