Nada Surf acumula el suficiente número de trienios y de kilómetros como para haber conocido momentos verdaderamente brillantes y algunos más dispersos. Por eso, redescubrirlos ahora, a la altura de su noveno álbum de estudio y cuando están cerca las bodas de plata de su debut discográfico (aunque siempre cueste asumir las fugacidades temporales, High/Low se remonta a 1996), es un verdadero motivo de alborozo. Asusta un poco hablar de Never not togethercomo una obra de madurez, acaso porque las cuestiones relativas a la edad y la veteranía suelen asociarse a conceptos peyorativos en el ecosistema del rock. Pero estamos ante un disco enormemente maduro, y para bien, en todos los sentidos. El primero, porque costaba ya recordar a un Matthew Caws en semejante estado de gracia a la hora de rubricar nuevo material para la banda. El segundo, porque la hondura temática se aleja de los estereotipos de la canción de amor y afronta cuestiones más hondas y filosóficas. Titular una de las mejores canciones del disco “Vive, aprende y olvida” ya es un indicio de ese empeño, pero el momento culminante a nivel temático lo encontramos en el par de largos párrafos recitados que Caws intercala en la apabullante Something I should do: tras disculparse porque no se siente cualificado para escribir alguna línea relevante sobre las redes sociales, desliza apreciaciones como “Intento mirar alrededor, observar el árbol y contemplarlo, sin preguntarme quién o qué soy yo en relación a ese árbol”. Y el tercero, porque la alineación sonora característica del cuarteto se amplía con aportaciones tan sorprendentes como la sección de cuerdas en Just wait (el mejor de los temas sosegados del lote) o el coro infantil que inaugura Looking for you. Los neoyorquinos abren la colección con tres grandes ejemplos de su incuestionable fervor por el power-pop rotundo y contagioso de los noventa, So much love,Come get me y Live learn and forget, pero también son capaces de abrir Mathildadesde coordenadas casi de folk o demostrar su hábil sutileza armónica en Crowded star, una de esas piezas cuya belleza no eclosiona del todo hasta la tercera o cuarta escucha. Hábiles, radiantes, (con)centrados, herederos del añorado Ric Ocasek (al líder de The Cars se le dedica el trabajo)  y orgullosos de peinar ya alguna que otra cana: una magnífica instantánea de una banda que, tras veintipico años de andanzas, le ha perdido el miedo a crecer.

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