Mike Rosenberg sabe de sobras que en sus contadores de las plataformas digitales nunca aparecerán guarismos tan abultados como los de aquel Let her go de 2012, una de esas carambolas casi inexplicables que pasan a la posteridad en el abultado saco de los one hit wonders. Pero es muy probablemente que le dé lo mismo. Abonado a la escritura canónica, estrena año con un disco que hace ya el número 13 de su trayectoria y que es rutinario en la única acepción buena del término: nos ha acostumbrado a escribir pequeñas delicias y ahora engrosa ese capítulo de su producción con un rotundo 10 sobre 10 de efectividad.

 

Prometedor ya desde su título, estas Canciones para los beodos y los corazones partidos constituye con todas las de la ley, y como resulta fácil sospechar, un disco de ruptura. La tristeza, la melancolía y el aire taciturno no son fruto esta vez de la pandemia, sino que vienen fechadas de antes y acompañadas por los añicos de una relación que parece haber saltado aparatosamente por los aires. Las incertidumbres de la vida otra vez en solitario a los 35, esa edad en la que ya nadie consigue convencerte de que aún queda toda la vida por delante, se traducen en melodías teñidas de lágrima y nostalgia, muchos medios tiempos excepcionales (no es fácil formularle un solo reproche a Remember to forget, por ejemplo) e incluso alguna balada tremendísima, en particular The way I love you

 

Los comentaristas tienen a comparar el romanticismo de Rosenberg/Passenger con el gran ídolo de la canción acústica mundial, su paisano Ed Sheeran. Pero probablemente las hechuras en la música de Mike, el muchacho de Brighton que ejerció largo tiempo como australiano, provengan de cantautores aún más clásicos. En particular, de Don McLean, que se nos viene a la cabeza tanto en Suzanne (con su aire a Vincent) como en la final, ensoñadora y exquisita London in the Spring.

 

Las trompetas evocadoras se apoderan de la solemne Sandstorm, mientras que el tema central aporta un ligero toque a Van Morrison con sus tímidos metales, mientras Passenger se flagela en el papel de payaso y bufón que pasea sus penas entre las mesas de una nutrida colección de borrachines. Songs… empezó a gestarse en 2019, nos llegó parcialmente en forma de goteo de adelantos durante 2020 y obtiene ficha como la primera gran novedad de 2021, pero su mérito radica en que podía haberse grabado varias décadas atrás. Y eso le concede vigencia más que probable para cuando nos lo reencontremos dentro de 20 o 25 años y volvamos a suspirar, nosotros también, de pura melancolía.

 

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