Los ejemplos de intersección entre el jazz y el flamenco resultaban aún insólitos e innovadores unas pocas décadas atrás, pero a estas alturas los casos de hermanamientos afortunados entre ambos géneros se cuentan por docenas y las exploraciones en ese territorio común pueden producir todavía curiosidad, pero ya no alimentan la sorpresa. Sin embargo, este Flamenco vibes representa una novedad a fe que inesperada y estimulante, porque se trata de la primera ocasión (hasta donde sabemos) en que la voz cantante en esa hibridación entre lo jondo y lo jazzístico la asume el vibráfono, instrumento precioso pero poco exprimido hasta ahora, y menos aún en estas lides.

 

Avisamos: funciona.

 

El artífice de esta iniciativa es Marc Miralta, un experimentado y cotizadísimo músico barcelonés de 59 años al que estamos más acostumbrados a ver ejerciendo como batería, pero que aquí ha preferido empuñar los dos pares de baquetas cruzadas para percutir sobre las láminas afinadas de metal. Y el resultado es misterioso, poético y hermoso, aunque quizá se quede aún más cerca del jazz que del acento sureño. Por mucho que a la guitarra flamenca emerge otra figura cotizada, la de Pau Figueres, un treintañero de trayectoria ecléctica y gusto impoluto que aquí aporta un sonido límpido y precioso, casi como si para la ocasión hubiera decidido extraer un chaqué del armario.

 

La ecuación la completan otros dos excelentes músicos catalanes, el ubicuo e infatigable contrabajista Manel Fortià (recuerden su proyecto reciente como Libérica), y el percusionista y batería Arnau Figueres. Cuatro almas mediterráneas inmersas en una reformulación de un lenguaje originariamente mucho más meridional. A veces puede latir un cierto academicismo, como si el cuarteto, en ese proceso indagatorio, prefiriese evitar las soluciones demasiado osadas o excéntricas. Pero basta prestar atención a los 10 minutos inaugurales, los del tema Bluseguillas/Cami del bosc/Bluseguillas, para comprender que la nueva exploración flamenca de Miralta (artífice en su día del New York Flamenco Reunion) ha llegado para no quedarse en la anécdota y pasar a la condición de sustancia.

 

El propio título mencionado, por cierto, sirve para evidenciar una estructura circular o capicúa que también vuelve a exprimirse en el caso de Asa sí!/Tanquillos del medio/Ara sí. La idea es del clarinetista y saxofonista Cesc Miralta, que lo ha dado en llamar “tune sandwich”. Y es una fórmula preciosa que además aúna las connotaciones jazzísticas y las clásicas, otro argumento para comprender que la única manera de encontrarle una categoría a Flamenco vibes consiste en escuchar con atención y sin miedo las seis extensas composiciones que lo integran. Aquí seguimos sintiéndonos muy a favor del jazz catalán, que conste.

 

 

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