La discografía solista de Mark Knopfler alcanza con esta oda a las carreteras secundarias su novena entrega, y eso sin contar los álbumes a medias (Chet Atkins, Emmylou Harris) ni el nutrido ramillete de bandas sonoras. Se trata de una colección imponente, que deja en poca cosa la media docena de álbumes de Dire Straits y que ahora se anota, quizá de manera inesperada, uno de sus hitos más significativos. Porque los discos de Knopfler han sido siempre tan notables como indistinguibles: es tan difícil encontrarles tacha como preferir uno sobre el anterior o el siguiente. “Down the road…” no supone ninguna revolución, porque seguramente nadie lo pretendería: sigue fiel a esa elegantísima confluencia entre la canción de autor, el country, el folk con derivaciones celtas y el blues. Pero por vez primera en mucho tiempo tenemos la sensación de que este trabajo nos dejará huella, de que algunos de sus títulos se incorporarán a nuestra memoria de larga duración. Es casi una conmoción, por ejemplo, el pálpito nocturno y jazzístico de “Slow learner”, y no digamos la tristeza clásica de “When you leave”, tan conmovedora desde la primera toma de contacto como aquella primera vez que nuestros oídos se tropezaron con “Why worry?”. En el otro extremo, “Good on you son” no llega a ser bailable, pero sorprenden sus teclados traviesos y esa batería con mucho “chaston”. Y también nos puede alegrar el día “Back on the dance floor”, ya desde el título. Mark es tan generoso como para regalarnos 16 temas, casi 80 minutos: un álbum doble en toda regla. Algunos pensarán que con una rebaja razonable habría completado su mejor disco en un cuarto de siglo. En cualquier caso, un gusto volver a prestarle atención.