En puridad, Be right back no pasa de la condición de EP, a juzgar por el hecho de que sus ocho canciones son más bien breves y apenas superan los 25 minutos de duración total. Pero cuesta creer en este lanzamiento extraño (dadas las circunstancias y minutajes) como un pasatiempo circunstancial o una colección de compromiso para calmar las ansias y expectativas ante una nueva obra de Jorja Smith, después de la conmoción que en 2018 supuso su debut, Lost & found. Entonces apenas sumaba 21 años y ya consiguió hilvanar un trabajo con la suficiente hondura como para merecer una candidatura al premio Mercury. Ahora desconcierta no poder hablar con propiedad de un segundo elepé, pero este Be right back es un (casi) regreso de profundidades aún más abisales.
La jovencita de Walsall seguramente necesitaba dar salida a un repertorio que le ardía entre los dedos. Be right back es sombrío, pero no tanto por los condicionantes de este mundo de angustias sobrevenidas como por las llagas que a veces nos escuecen en lo más profundo del corazón. Jorja ya era una muchacha concienciada, con recorrido en su visión de la sociedad. Ahora parece combatir los más íntimos fantasmas propios: la pérdida, la desazón, los desajustes con la salud mental. Puede que no parezca tan cercana a Amy Winehouse como nos parecía en sus primeras apariciones, pero el hecho de que su tema de apertura se titule Addicted, igual que una de las grandes joyas ocultas de la de Camden, acentúa las complicidades.
Impresiona que Smith sea tan sesuda y concienzuda, que su acercamiento al soul parta de un conocimiento tan profundo o, como mínimo, de una intuición tan deslumbrante. Time, el otro corte más Winehouse, sería deslumbrante de no ser porque no alcanza ni los dos minutos y nos deja con la miel en los labios. Puede que sea una expresión adecuada para toda la entrega: demasiado seria y sólida para no haberse redondeado con algún contenido adicional. Pero basta escuchar la profundidad de Jorja en Home, apenas su voz embriagadora y una guitarra eléctrica, para comprender que lo de hace tres años no fue una circunstancial alineación de planetas.