He aquí un disco que no debería gustarnos en demasía, y además a cargo de un grupo que no tendría por qué figurar entre las grandes referencias de nuestro propio periplo vital. Pero todos tenemos nuestras debilidades; a veces inconexas o paradójicas, pero ya sabemos que razón y pasión caminan por senderos que se bifurcan. Así que admitámoslo: es aún hoy el día en que In the heart, de tarde en tarde, acaba posándose sobre el giradiscos del salón.
Kool and the Gang se habían granjeado notoriedad gracias a Celebration (1980) y Get down on it (1981), una de esas canciones en las que, en aquella España a años luz del bilingüismo, todos creíamos entender en el estribillo el nombre de unos yogures. Éramos unos perfectos ignorantes, en cambio, en lo que se refiere a la próspera actividad de la banda en los primeros compases de los setenta, cuando ejercía un flamígero apostolado del funk jazzístico. Pero sucede, además, que este In the heart desconcertó y hasta desoló a cuantos confiaban en los neoyorquinos como hábil artefacto para desinhibirse en las pistas de baile.
1983 era un año emocionante en el que todo constituía un descubrimiento y los discos no se escuchaban, sino que se exprimían. Muchos ejemplares en casete de In the heart debieron de quedarse casi fosfatinizados, incluso aunque se alejaran de las escuchas más cotidianas. Pero era imposible no dejarse llevar por el ritmo trepidante de Straight ahead (donde, ahí sí, aún perduraban los metales crepitantes) y el de su hermana menor, You can do it, mientras que Joanna representaba la balada bien espolvoreada de azúcar que no paraba de sonar por todas partes (aunque ya por entonces parecían superiores Place for us y la espléndida September love).
K&TG orillaron el funk por el r’n’b sintetizado, a veces con una estridencia muy de la época. Ahora que ya no somos melindrosos, divierte recuperar aquellos teclados desmedidos de Rollin’. Y revivir el disco entero sin complejos, con una media sonrisa.
Qué recuerdos… aquellos ´80, pinchando a Kool And The Gang por doquier, donde la gente lo bailaba en las pistas como si no hubiera un mañana. Gracias por este bonito recuerdo Fernando y que además alguien pueda descubrir como nuevo y le motive igualmente a mover el esqueleto.