Mísia es fadista de siempre y para siempre, con todas las consecuencias. De hecho se nos apareció hace ya un cuarto de siglo con una obra titulada sencillamente Fado, para que no cupiera la menor duda. Pero el fado no solo es tradición, sino que crece y evoluciona de manera sostenida, como medra el árbol con el alimento que le proporciona la savia. De ahí el título de Pura vida y un subtítulo elocuente pero equívoco: no es que Susana María Alfonso de Aguiar haya compuesto aquí la banda sonora de ningún largometraje, sino que la película es su propio periplo existencial. “Todo ha cambiado. También y sobre todo mi trabajo, que soy yo. No hay fronteras”, advierte la propia Mísia en las notas introductorias del álbum, aviso al oyente de que no se va a encontrar precisamente con una mera prolongación del legado de Amália Rodrigues. Basta escuchar los dos primeros cortes para comprenderlo. En el primero, Rosa negra no meu peito II, la voz de nuestra oficiante se hace acompañar solo y exclusivamente de un clarinete melancólico y dolorido. La segunda, Ouso dizer, comienza con el inconfundible repiqueteo de la guitarra portuguesa, pero al poco irrumpe por sorpresa una guitarra eléctrica, símbolo de tormenta y tormento. “La guitarra portuguesa es el Cielo y la eléctrica, el Infierno”, nos resume la fadista, que a sus casi 64 años no duda en agitarnos, en apartarse de la norma, en traducir su propio aspecto de la portada (la sonrisa pícara, la cabellera inmersa en el alboroto) en un tratado de osadía sonora. El resultado: una colección de fados que no se convierten en un disco de fado, o no en lo que solíamos entender como tal. Arregla y produce un napolitano también educado en el espíritu musical libertario, Fabrizio Romano, y hasta nuestro Raül Refree asoma para reconvertir Lágrima, fado celebérrimo, en un bello ejercicio contemplativo a partir de una guitarra a lo Ry Cooder. La pregunta que parece formularse Mísia en cada encrucijada es: “¿Por qué no?”. Y el fruto de su valentía es un discurso significativamente rejuvenecido.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *