Existe una cada vez más abundante jurisprudencia sonora sobre la intersección entre el jazz y el flamenco, un entendimiento que no hace más que afianzarse y agrandarse de un par de décadas a esta parte, pero el contrabajista Pablo Martín Caminero agiganta el radio de acción con esa envergadura musical que siempre ha sido tan suya y que en esta obra, al menos en algunos tramos, se vuelve inconmensurable. El artista vitoriano ya se había graduado en este territorio de vertiginosos parajes creativos con Al toque, aquella obra de 2021 en la que se adentraba en la interacción con la guitarra flamenca (recordemos títulos como Al niño Miguel o Querido Metheny). Pero este Al cante, una entrega de vocación complementaria a aquella, se vuelve aún más panorámico y libérrimo, como si Martín Caminero hubiese conseguido ensanchar las fronteras y dispusiera de un radio de actuación todavía más holgado.
El ejemplo más evidente de todo ello lo encontramos en Cuentas pendientes, la pieza inaugural, siete minutos de vértigo en los que sucede de todo y donde se encierra más música de la que a menudo encontramos en horas y horas de circunloquios sónicos que no llevan a ninguna parte. Irrumpe ahí por vez primera el cante de David Carpio, omnipresente en los ocho cortes y trasunto frente al micrófono del espíritu que PMC alienta cada vez que se abraza a su corpulento grandullón de cuatro cuerdas. Porque Carpio proviene de la escuela inigualable de Jerez de la Frontera, pero su cante recio, hondo y poderoso tampoco tiene miedo de contravenir hechuras previas y adentrarse por los territorios de la curiosidad. Y a eso unimos la incorporación en esa pieza de la flauta de Jorge Pardo (¡qué menos!) y una sección de metales, cajón y palmeros. El resultado es un verdadero espectáculo en el que se alternan solos, falsetas, virguerías con los cambios de ritmo. Puro vértigo emocionantísimo.
Influye, desde luego, que en ese abrazo de gigante al que antes aludíamos, Martín Caminero echa sus manos sobre los hombros de otros dos cómplices e instrumentistas especialmente hábiles y versátiles, el batería de origen iraní Shayan Fathi (que además hace las veces de coproductor) y el maravilloso pianista salmantino Daniel García Diego, rutilante fichaje en su día del sello de jazz europeo ACT y uno de los tipos más líricos e imaginativos con los dedos sobre el teclado.
Ese trío jazzístico lleva en volandas el cante de Carpio en otros momentos gozosamente vertiginosos, en particular la Soleá de Gasteiz, Alter ego o FKOTR, igual que hace escala en el legado de Paco y Pepe de Lucía con una versión de la pintoresca Buana buana king kong. Lo mejor de todo es esa sensación de que Caminero, Carpio, García Diego y Fathi se sienten siempre a sus anchas y no echan de menos la guitarra flamenca para entregar un disco valeroso y flamenquísimo. Una virguería.
Muchas emociones con este disco. Como dices, Fernando, en una auténtica virguería y puro vértigo emocionantísimo.
«DESDE “BAILABLES” Y “CANTABLES”… HASTA “AL TOQUE” Y “AL CANTE”»
Me recuerda lo que pasó con FETEN FETÉN que primero sacaron el instrumental “Bailables” (2014)… para, después, sorprendernos, en 2016 con “Cantables”, un disco en el que incorporan voces…
Algo simétricamente paralelo parece ocurrir con PABLO MARTÍN CAMINERO que primero sacó el instrumental “Al toque” (2021)… para, ahora, sorprendernos, en 2025 con “Al cante” , un disco en el que incorpora voces, la voz… “el cante de David Carpio, omnipresente en los ocho cortes y trasunto frente al micrófono del espíritu que PMC alienta…”.
Me alegra y me alegro sobremanera con este nuevo paso de PMC (PABLO MARTÍN CAMINERO) con quien dentro de un par de días tenemos una cita en el AUDITORIO NACIONAL, en su sala de cámara, el sábado, día 15 de marzo…
NOS VEMOS ALLÍ.
PAM (PEDRO ÁLVAREZ MARCOS).