Puede que desde hace ya unos cuantos años no exista una voz que quintaesencie de tal manera los valores de recogimiento e introspección como la de Mary Chapin Carpenter, una mujer de carrera fértil, longeva y fascinante que emergió como una primera figura del country y ha ido escorándose cada vez más hacia un folk confesional, compungido e inconfundible. Aunque el último de los epítetos se tambalea ahora con esta intersección de talento que nos plantea junto a dos colegas, cómplices, admiradoras y correligionarias, las escocesas Julie Fowlis y Karine Polwart, que multiplican las posibilidades expresivas con este álbum colaborativo tan inesperado como prodigioso, un regalo que no habíamos visto venir y que ahora solo podremos agradecer tantas veces como el cuerpo nos pida verbalizar este gozo.

 

La chispa prendió de la admiración mutua, en primer término, y de las agendas fulminantemente liberadas con la pandemia, el motivo primigenio por el que Carpenter, recluida en su granja de Virginia, comenzó a intercambiar impresiones, bocetos y estrofas con Fowlis a muchos miles de kilómetros de distancia. Un encuentro ya cara a cara en suelo escocés con Polwart, cuando los rigores de la distancia social fueron amortiguándose, acabó por dar cuerpo y sentido a este flechazo a tres bandas en el que prevalece la sensación de equidad y afectos desprovistos de jerarquías, por más que Mary Chapin es la veterana de las tres (acaba de cumplir 67 años), quien ejerce de matriarca y eje central y la que firma cuatro de las diez composiciones, una holgada mayoría absoluta si tenemos en cuenta que dos de los títulos del lote son piezas de la tradición folclórica escocesa.

 

En el fondo, ese aire folkie y trasatlántico ha estado implícito en el lenguaje de la autora de Passionate kisses o Stones in the road durante ya varias décadas, más aún desde el momento en que la de Nueva Jersey se desligó de su contrato original con Columbia Records e inauguró esa era de la canción grave, ensimismada, emotiva, absorta y lindísima que la caracteriza desde The calling (2007) en adelante. Y Carpenter, inédita desde The dirt and the stars (2020), sigue cantándole a las cosas esenciales de la vida en preciosidades como A heart that never closesLooking for the thread o Send love: la búsqueda de la complicidad entre los seres humanos, el tránsito de valores entre generaciones, el valor de los afectos y los vínculos, la asunción de lo efímero.

 

No hay margen para divagaciones, así que MCC completa su impresionante póker de aportaciones esenciales con la devastación emocional de Satellite, reverdecida por las pinceladas del whistle de Fowlis. Suyas son las dos aportaciones en gaélico, así como la bella y absorta Silver in the blue. Pero a nivel compositivo son descomunales dos de las rúbricas de Polwart, que rivaliza con Carpenter de tú a tú tanto en la estremecedora Hold everything como en la bellísima y casi curativa Rebecca.

 

Las sesiones tuvieron lugar en Real World bajo el padrinazgo y producción del barbado Josh Kaufman (Bonny Light Horseman), así que todo no puede transcurrir sino bajo los parámetros de la belleza y la trascendencia. Y cómo se agradece. En un mundo despiadado, elevar la voz –sin aspavientos ni estridencias– para reivindicar hermandades, complicidades y alianzas constituye casi un milagro. Benditas sean.

One Reply to “Mary Chapin Carpenter, Julie Fowlis, Karine Polwart: “Looking for the thread” (2025)”

  1. Maravillosa reseña. Qué bien escribes y plasmas las emociones que obras maestras de la música como ésta nos provocan. Como te dije en x, las ví en Londres y cumplido un sueño de ver a M.C Carpenter. Pero es que Julie Fowlis es verla y quedar prendado de su voz y magnetismo. Y Karine Polwart un auténtico descubrimiento

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