Hay poco espacio para la sorpresa en los discos de madurez y retorno de la ilustrísima Shirley Collins, de los que, tras Lodestar (2016) y Heart’s ease (2020), este Archangel hill constituye ya la tercera entrega. Con esos pletóricos 88 añazos que acaba de cumplir este mismo mes de julio, la folclorista británica no es tanto una veterana consagrada como una institución. Y hay, en esta nueva incorporación a su dietario, mucho espacio para la emoción y el encanto.
Esa voz profunda, quebrada, trabajosa y bellísima, sabia y serena en su compromiso con la herencia de los antepasados y la tierra, es un patrimonio nacional británico al que solo hace falta arropar con delicadeza, tiento, tacto y finura. Y de eso se encargan siempre los arreglos del también productor Ian Kearey (¡el de Oyster Band!), un hombre amigo de la sencillez y el trazo fino; en las antípodas de cualquier efectismo, pero capaz de audacias y sorpresas como ese melodeón (acordeón diatónico) que, contra pronóstico, acaba capitaneando Lost in a word. O el contrapunto de tambor militar que interacciona con la misma línea argumental de The captain with the whiskers, al que se le añade un epílogo instrumental, June apple, en la más pura tradición celta del fiddle, el violín de las ferias.
El disco es en la mayoría de ocasiones justo eso, una cuestión de matices. Una pincelada sorpresiva acá y allí, esa guitarra eléctrica que se incorpora al arpegiado en Hares on the mountain, un matiz de modernidad también presente en High and away y el tema titular, que también cierra el álbum. Entre medias, una circunstancia atípica y algo desconcertante: Collins desliza hacia el final un corte, Hand and heart, que no corresponde a las sesiones de grabación del álbum, sino que proviene de un concierto en Sydney a principios de 1980. Es una manera de simbolizar, sin previo aviso, ese lapso de casi cuatro décadas durante el que la cantora de Hastings permaneció retirada de la circulación. Y también de reflejar como su voz se ha vuelto ahora más trémula, pero puede que también más inspiradora.