“Mojo” es una cita mensual obligatoria, un referente absoluto del periodismo melómano y casi, casi una religión, un culto. Pero además, en ocasiones, incluye discos con aún más valor que sus propias páginas. No sucede siempre: de hecho, ya que estamos postrados en el confesionario digital, a veces transcurre el mes completo sin que haya depositado en el reproductor el cedé adherido sobre la portada. Este que nos ocupa figura en el caso opuesto y tiene las escuchas disparadas en todas mis listas de reproducción. Hay pocos, poquísimos autores que puedan conmoverme tanto como Nick Drake, que era fragilidad honesta, herida abierta, invención pura, corazón desangrado. Pero los artistas reunidos aquí en torno a su obra no solo acreditan un nivel muy elevado, sino que casi siempre aciertan en el dificilísimo equilibrio entre la fidelidad al original y la capacidad de reinvención. Quienes más se alejan de la grabación primigenia son The Saxophones con “Fruit tree”, pero su aire taciturno y tímidamente jazzístico encaja a la perfección con el espíritu de Drake. Las chicas, sencillamente, se salen: sobre todo Julie Dyble con su bellísima lectura de “Northern sky”, pero también Bridget St John (“Fly”) o Joan Shelley (“Time has told me”), por no mencionar la cándida jovialidad ‘indie’ de Amber Arcades para darle una vuelta a “Which will”. Avisemos de que también comparecen luminarias como Villagers o Bill Ryder-Jones y quedarán pocas dudas: este regalito es una absoluta joya. Superior incluso a “Way to blue”, el homenaje organizado por Joe Boyd. Y una certeza final y definitiva, escuchándolo: qué canciones, dios mío, qué canciones.