En Portugal, un país con la quinta parte de población y territorio que sus vecinos ibéricos, no paran de acontecer fenómenos musicales que, de tan prodigiosos, más bien diríamos paranormales. Habrá quien les siga mirando con el desabrido mohín de la superioridad o, aún peor, quien se decante por la miope indiferencia. Una lástima: la cortedad de miras siempre fue un problema del género humano, y en estos tiempos de estulticias, cerrazones y negacionismos no ha hecho sino acentuarse. Todo ello, para advertir que en el mismo lugar donde puede triunfar una banda de rock instrumental fronterizo (Dead Combo) y un sensible baladista de maneras jazzísticas (Salvador Sobral) se impone en Eurovisión con la imprescindible ayuda de su hermana (Luísa Sobral), compositora de cuajo y pedigrí; en ese lugar, decíamos, también puede prender la mecha de este dúo encantador, refinado y primoroso que integran dos magos de la canción de autor local, João Pires y Edu Mundo.

 

Recapitulemos. El primero, guitarrista de punta en blanco; el segundo, vocalista luminoso; los dos, inmersos en ese universo acústico, entre la tradición y la modernidad, entre la luz y la inherente melancolía, que tan bien define el universo musical portugués de los últimos lustros. Cordel es un prodigio de sensibilidad y elegancia, un proyecto para la belleza sin aspavientos, un canto a esa Lusitania de la que resulta difícil no quedarse prendado.

 

Cualquiera que descubra Vira feliz, el himno más sonriente de la temporada (en dura liza, quizá, con This life, de Vampire Weekend), lo comprenderá. Más aún si complementa su escucha con ese vídeo que constituye una fabulosa declaración de amor a la belleza cotidiana de las calles lisboetas y al folclor tradicional.

 

Pires y Mundo no son unos recién llegados: de sus manos han nacido originales para Ana Moura, Sara Tavares, António Zambujo, otros ejemplos del presente esplendor lusitano. Se vieres amanhá podría ser éxito en cualquiera de sus voces, pero merece abrirle las puertas a este Cordel grácil, delicado. Todo un hallazgo, uno más, de esos vecinos occidentales que tanta atención merecen (aunque no siempre se la prestemos).

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *