El día que le prestemos de verdad atención a nuestros vecinos peninsulares, con los que tantas veces nos comportamos como si fueran un familiar lejano e irrelevante, nos llevaremos una sorpresa mayúscula. La misma que sugiere descubrir que una formación de rock y tradición en formato instrumental entró directamente al primer puesto de las listas portuguesas con este álbum, que ahora por fin desembarca con todos los honores por los confines hispanos de la vieja Iberia. Como tantas otras veces, apenas hemos sabido nada de Dead Combo pese a que nos encontramos ya ante su sexta entrega y que los avales son cualquier cosa menos insignificantes: produce Alain Johannes, responsable de trabajos para Chris Cornell, PJ Harvey o Queens of the Stone Age, y la única pieza cantada es la espectacular “I know, I alone”, a partir de uno de los poemas en inglés de Fernando Pessoa y en la que la voz, cavernosa e inconfundible, es cortesía de Mark Lanegan. Para las otras 12 piezas, ya decimos que instrumentales, asombra la intersección entre esas dos guitarras polvorientas y agrietadas (Pedro Gonçalves y Tó Trips),a la vez que entre ellas y otros instrumentos mucho más delicados, de las maderas entrelazadas en “Interlúdio” a las briznas de violín o los guiños al bolero para “Dear Carmen Miranda”. En realidad, es una maravilla que la banda pueda ser al tiempo tan rockera (“Theo’s walking”) y tan portuguesa, con valses que luego no son (“Braço”), páginas que le harían mucho apaño a Tarantino para una banda sonora (“Mr & Mrs. Eleven”), y otras de melodía tan clásica e irreprochable (“Deus me dê grana”) que parecen sugeridas por Rodrigo Leão. Está visto: esto es diferente; elaborado, pero accesible. Una cosa muy seria.

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