Entre los errores garrafales a los que alude el título de este regreso discográfico de Del Amitri no puede anotarse, en ningún caso, su propia existencia. Todo lo contrario: la recuperación de una de las formaciones más elegantes y distinguidas en el ya de por sí nutridísimo panorama escocés constituye una noticia fantástica, más aún después de escuchar en bucle las 13 flamantes nuevas canciones con las que Justin Currie y sus compinches vuelven a situarse en el mapa. Fatal mistakes no solo es una sorpresa muy grata, por cuanto no contábamos ya con incrementar nuestra colección, sino que se sitúa entre lo mejor que la banda haya registrado nunca.

Habían transcurrido 19 años ya, ¡19!, desde aquel Can you do me good? con que los de Glasgow parecían echar definitivamente el telón, y la despedida resultó más bien amarga: después de tantos discos deliciosos, esa sexta entrega era anodina, roma, desvitaminizada. Ahora no solo recuperamos al quinteto, sino que este se resarce con una colección esplendorosa, pop-rock melódico del que se aferra al reproductor y la memoria para ya no volver a perderlo de vista.

Los aspirantes a artistas de pop deberían coger los tres minutos escasos de You can’t go back y diseccionarlos en busca de las claves para la canción perfecta. Al igual que otros temas inaugurales en el pasado (Not where it’s at, Be my downfall, Kiss this thing goodbye), una apertura así solo puede ser prolegómeno de un álbum adorable. Otro de los adelantos, It’s feelings, coincide en esos parámetros de melodía radiante que se nos filtra hasta los tuétanos, pero no podemos decir menos de Missing person. Y si abrimos la página a los medios tiempos, otra clamorosa especialidad de la casa, solo podremos claudicar ante la evidencia de que Second staircase o Close your eyes and think of England refrendan de largo las mejores expectativas.

A todo ello sumamos el poso, la veteranía, el profundo compromiso con la verdad y la versatilidad que se van asentando con el transcurso de los años. Mockingbird, copy me now constituye una atípica incursión, ya casi desde el título, en los territorios del folk-pop, mientras que la gravedad se apodera del discurso en Lonely, con cierto aire a Crosby & Nash, y especialmente Losing the will to die, donde la urgencia del pop deja paso a un melodramático solo de guitarra con órganos arropando la digresión. Y ese gusto por tomarse un tiempo para el que antes quizá no tuviera paciencia es el mismo que desarrolla Currie en los inesperados ocho minutos finales de Nation of caners. Se redondea así un disco no ya ilusionante y esplendoroso, sino mejor aún de lo que en la más optimista de las hipótesis habríamos llegado a imaginar.