Un título tan extravagante y arbitrario como Bolsa amarilla y piedra potente solo puede venir de las mentes maravillosamente obtusas de Derby’s Motoretas Burrito Kachimba, una anomalía en el panorama peninsular en todo caso parangonable solo –aunque en la mitad septentrional– con la de Los Estanques. Si los santanderinos fueron capaces de bautizar su gloriosa aventura junto a Anni B. Sweet con aquel incomprensible Burbuja cómoda y elefante inesperado, los sevillanos rivalizan ahora en pintoresquismo gramatical y sonoro con una docena de cortes sagaces, atrabiliarios e inaprensibles, refrendo de una mentalidad dispersa que aúna raíz, vitriolo y surrealismo.

 

A la altura ya de su tercer álbum (sin contar la banda sonora para Las leyes de la frontera), al hirsuto sexteto andaluz ya hemos tenido tiempo de pillarle la matrícula, aunque Bolsa amarilla… juega a resultar más escurridizo que sus antecesores. Más allá de la breve y pomposa introducción instrumental Agua grande, peliculera e innecesaria, por no decir incomprensible, los primeros cortes de la entrega sirven para refrendar todos los parámetros genéticos del invento: el rock andaluz arraigado para Seis pistones, la psicodelia chirriante con El chinche, los aires arábigos con amagos de Extremoduro en el caso de Prodigio, que hace bueno el título y aspira a erigirse en el mejor corte del lote.

 

Las constantes permanecen respecto a Hilo negro, el elepé de 2021 con el que DMBK refrendaron definitivamente el pedigrí y su predicamento mucho más allá de Despeñaperros. Solo que ahora el sonido es más visceral y minucioso, los engranajes rebosan de lubricante y la maquinaria se asemeja a una apisonadora.

 

Queda la duda de si a esta feliz locura incontrolada le queda mucho más recorrido antes de empezar a resultar redundante, un peligro que Dandy Piranha y compañía no deberían desdeñar. Esa visceralidad libérrima se nutre de giros y modismos ásperos, de juegos poéticos que van de la ternura a la asociación aleatoria de ideas, e guitarrazos en espiral como camino directo hacia el trance. Todo es interesante, pero Bolsa amarilla también sugiere la idea del caos consabido. Que es una paradoja, como les gusta a los Derbys, pero lo paradójico también forma parte de la realidad.

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