Dos años ha debido de andar circulando este disco por Spotify y demás andurriales digitales, y nosotros, claro, sin enterarnos. Problemas de la inmensidad en la era moderna: si falla el radar, los tesoros se hacen inencontrables. Ha tenido que ser el sello Dead Oceans el que captara las ondas y nos pusiera en contacto con esta criatura, la enésima nueva gran esperanza del ‘soul’ en un siglo donde este bendito lenguaje nunca ha dejado de dar que hablar. Pero Jones va en serio, porque las ocho canciones de este debut escueto y certero constituyen un incendio de grandes dimensiones. Y no solo en la franja más flamígera: una balada como ‘Can’t Keep My Cool’ puede acabar reventándonos las costuras del alma. Nathaniel Rateliff lleva dos años prometiéndoselas muy felices en los territorios de Stax y demás sucursales del soul sureño, pero ahora habrá de andarse con cuidado. Lo de Durand es miel y llamarada. Como Charles Bradley, imaginemos. Conclusión: no resultará fácil pararle los pies.

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