A la altura ya de su quinta entrega discográfica, parece evidente que Egon Soda nunca será una formación rentable en términos de difusión, cuenta de resultados y alta demanda. Pero quizá en ello radique una parte del encanto y, sobre todo, de sus garantías de longevidad: no da de comer a ninguno de sus seis integrantes, pero sospechamos que muchos de ellos piensan en la criatura en términos de hijo predilecto. En ese sentido, Bellaurora tiene mucho de autoafirmación musical y gregaria, de expresión pública de satisfacción por el camino recorrido, pese a que el itinerario que escogieron sus artífices se aparta de cualquier ruta establecida en los mapas convencionales.

 

Bellaurora, una suerte de neologismo sobre un espacio propio y acogedor, un microcosmos en el que sus habitantes viven satisfechos dentro de sus propias pieles y se rigen por la generosidad entre congéneres, sirve de compendio y refrendo al itinerario seguido por el sexteto madrileño-barcelonés a lo largo ya de una década larga. Las dos grandes bazas siguen siendo la voz de lija de Ricky Falkner, tan extrañamente tierna y devastada, y la poesía lúcida y deslumbrante de Ferran Pontón, urdidor de paradojas, descubridor de neologismos, observador tan capacitado para la sorna como para el desengaño.

 

Habrá los que, desdeñosos, los tomen por culturetas. En realidad, el epíteto es atinado y honroso: Egon Soda nos hacen mejores gracias a que nunca renuncian a elevar la mirada. Pero ello no es incompatible con la capacidad de divertir. Todo lo que sangre es un muy buen sencillo, como en su día La recuperación o Escuela libre de enseñanza. Con Ortigas en tu nombre nos reencontramos con ese modelo de balada finísima, casi en los territorios del americana, que ya quintaesenciaron con Escápula. Y luego están las veleidades funkies, cada vez más sabrosas y consolidadas, como con la encantadora Sendero luminoso, que además incluye una de esas perlas lapidarias que refrendan a Pontón como letrista único: “Hoy no llames a nadie, súmate a la secta de la austeridad vicaria”.

 

Si sumamos la caricia acústica e intimísima de Ego me absolvo y esa ingeniosa llamada a la acción que implica Como si los pianos se afinaran solos, habrá que convenir en que Bellaurora tiene algo de compendio, de repaso a fórmulas y hallazgos. Y ello lo convierte seguramente en el segundo mejor trabajo en la historia de la banda, justo detrás de aquel imbatible doble álbum que era El hambre, el enfado y la respuesta (2013). Pero queda para sucesivas reformulaciones la fantástica puerta abierta que sugiere La canción de todas las canciones, un extenso tema inaugural que desliza la pasión del colectivo por los universos progresivos, sobre todo en torno a la faceta más lírica de King Crimson. Tampoco se harán ricos ni famosos si toman esa dirección, pero las posibilidades se intuyen fascinantes.

2 Replies to “Egon Soda: “Bellaurora” (2022)”

  1. Hola Fernando. Muchas gracias por darme a conocer tanta buena música.
    A EGON SODA los desconocía y este disco me parece maravilloso. Ya tengo ganas de oir más de ellos.
    Un abrazo
    Celia

    1. Me alegro un montón de que te haya resultado provechoso el descubrimiento, Celia. Egon Soda son soberbios. Puestos a escoger otro álbum, yo tiraría por “El hambre, el enfado y la respuesta”, pero en todos hay mucha chicha.

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