Late un sutil pero también indisimulado aire de nostalgia y despedida en este regreso de Eliseo Parra, sin discusión uno de los mejores y más decisivos folcloristas que tenemos en este país, y sin duda también uno de los más valientes. El bardo y sabio de Sardón de Duero transita ya por los 73 otoños, aunque esa cristalina frescura de su voz casi juvenil y el compromiso vitalista y luminoso con los valores de la tierra siempre nos hagan difícil reparar en que nos encontramos ante un ilustrísimo veterano. Pero Parra dedica este trabajo, ya desde el título, al paso del tiempo y nuestra propia evolución como seres humanos. Desempolva el álbum fotográfico familiar con una veintena de imágenes de todos sus periodos vitales, desde el bebecito mofletudo que reluce en portada a ese veinteañero de bigote, media melena y ceñida camiseta de tirantes que canta y toca la batería en la contraportada. Y se emplea a fondo, con toda la munición y sus mejores bazas y aliados, con un empeño por dejar huella y entregar una obra decisiva como no le recordábamos desde su trilogía fantástica, esa por la que gozará siempre de un lugar absolutamente referencial en la crónica sonora de la Península Ibérica: la que integraban Tribus hispanas (1998), Viva quien sabe querer (2002) y De ayer mañana (2005).

 

Al nivel de aquellas obras casi inabarcables se sitúa ahora este Diacrónico, con un Eliseo decidido a sentar cátedra no desde una posición altanera, sino en el pleno ejercicio de un magisterio que se prolonga ya a lo largo de más de medio siglo y en el que, lejos de anotarle baches o tropezones, siempre se ha guiado por la retroalimentación en sus propios aprendizajes. Y de toda esa sabiduría audaz se nutre ahora esta obra espléndida en su solidez y en una belleza ajena al deterioro de lo fugaz, pero también en su osadía. Porque Parra abre boca con un Corrido nuevo de composición propia en el que todo el protagonismo sonoro recae en las guitarras eléctricas de Jesús Prieto ‘Pitti’, un abulense-vallisoletano todoterreno que aquí parece poseído por el espíritu de… ¡Lindsey Buckingham! Hay que escuchar para creer. Y para convencerse de que esta mezcla entre electricidad rockera, ritmos tradicionales y una letra muy crítica con la modernidad (“Me temo que marchamos hacia atrás / como cangrejos / Perdiendo la prudencia y lucidez / de nuestros viejos”) acaba funcionando.

 

A partir de ahí, y en términos comparativos, Diacrónico discurre por senderos más familiares, aunque su firmante se encarga de diversificar fuentes y emociones, de alternar procedencias, lenguas (hay presencia del euskera, gallego y catalán, en un gesto nada casual de reinvidicación de una España plural) y aliados. Están los fieles escuderos de la Eliseo Parra Band, con Josete Ordóñez, Xavi Lozano, Aleix Tobías o Guillem Aguilar. Pero contamos también con Sílvia Pérez Cruz y otras voces femeninas de renombre para Joc de trencar l’olla, igual que disfrutamos de una versión más extensa de Arrión, el precioso mano a mano con Rozalén que ya conocíamos a través de Matriz, el más reciente (y muy folclórico) trabajo de la albaceteña. Y entre las sagacidades, ese duduk armenio que colorea y realza la preciosa La mujer del seronero, uno de esos tesoros portentosos que han trascendido al paso de la vida gracias a las grabaciones de campo. Esta pieza en concreto proviene de Miranda del Castañar, en Salamanca, y tiene razón Parra en subrayar la insólita belleza de sus piruetas melódicas. Mucho más original y variada, escribe él, “que aquellas con las que nos machacan los medios hoy en día”.

 

En este contexto de balance vital y sentimental, a veces teñido de melancolía y añoranza, Eliseo conmueve con dos composiciones propias: esa Murria que ha indultado de su cajonera, donde la guardó 30 años atrás, en un momento de desánimo puede que hasta metafísico, y la muy reciente Bolero azul, dedicada a la memoria de su madre, a la que perdió, ya casi centenaria, coincidiendo con los comienzos de la pandemia. De ahí que hablemos de obra valiente, plural, poliédrica y a pecho descubierto. Asombrosa por bella y rica. Y también por sorprendente, como con esas dos jotas consecutivas que deberían escuchar en la Unesco para convencerse al instante de su valor inmaterial. Y que tienen procedencias insospechadas: El Molar, en la provincia de Madrid, y Montalbán, en… ¡Córdoba!

 

Así de rica es esta tierra, y qué suerte la nuestra de que cronistas musicales como Eliseo Parra se hayan propuesto divulgarla. Puede que siempre le haya perseguido una cierta frustración como artista minoritario y no bien divulgado, pero a estas alturas ya no es así. Eliseo es un referente, un ejemplo, un dechado de virtudes. Un pionero sin el que muchas aventuras folcloristas de los más jóvenes no estarían teniendo lugar hoy en día. No sabemos si Diacrónico es un punto final: dependerá de él, de su voluntad y sus fuerzas. Sí intuimos que le ha puesto el alma y la vida a estos 51 minutos de música. Y solo nos queda reconocérselo y agradecérselo en voz bien alta.

 

 

 

 

2 Replies to “Eliseo Parra: “Diacrónico” (2022)”

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