La oboísta Iria Folgado Dopico nació en el pequeño municipio coruñés de San Sadurniño hace apenas 27 años, pero su juventud palmaria no le impide acreditar ya un currículo abrumador kilométrico, humillante por comparación para casi cualquier compañero de generación inmerso desde temprana edad en la aventura de todo tipo de música, y no digamos ya de la clásica. Enumerar su larguísima lista de méritos ocuparía más líneas de las que soporta la paciencia del lector medio, pero apresurémonos a mencionar que ejerce ahora mismo como solista de corno inglés en la berlinesa Konzerthaus Orchester y que la Xunta la reconoció en la última convocatoria hasta la fecha (2023) del Premio Talento Mozo Galicia.

 

Urge, en consecuencia, airear la buena nueva de este estreno discográfico como solista que ahora nos ocupa. Entre otras cosas, porque Ecos de Breogán es una obra singular en concepto e hilo argumental, y porque su belleza, nada inaccesible también para el público menos familiarizado con la música culta, refrenda los méritos y menciones que acapara una muchacha cuyo arte bien merece alcanzar nuevos oídos que quieran asomarse a su aventura.

 

Para este debut frente al botón rojo de las grabadoras, Iria elige como aliado a un cuarteto de cuerda de juventud tan insultante como la suya y escoge un escenario particularmente bello y evocador, el coro alto de la iglesia-convento de Santo Domingo de Tui (Pontevedra), para colocar los micrófonos y convocar el hechizo, la magia y hasta el sortilegio. Todo suma, y sin duda el entorno y su resonancia –en términos de física del sonido, pero también de historia y hasta bagaje sentimental– apuntan en la dirección adecuada. Pero la precisión nada encorsetada de Folgado junto a sus compinches (los violines de Raquel y Sara Areal, la viola de Héctor Cámara y el violonchelo de Iago Domínguez) propicia el disfrute cada vez más evidente de un repertorio centrado en la música de cámara británica del primer tercio del pasado siglo.

 

Que nada amortigüe el gozo, ni siquiera para el oyente más circunstancial y menos familiarizado con la música clásica contemporánea. Benjamin Britten (Phantasy quartet) es a estas alturas un compositor de reconocimiento universal, pero la espina dorsal de la entrega son las seis piezas de Ralph Vaughan Williams inspiradas en el folclore inglés, de las que algunas son sencillamente bellísimas (y Van Diemen’s land, más aún). Arnold Bax (Quintet for oboe and strings) entronca con los grandes descubrimientos, por encima de la obra homónima, compuesta 10 años más tarde (1932), que aporta a la colección Elizabeth Maconchy. Y el epílogo es ingenioso, un Adagio para corno inglés que el ya ilustre (¡a sus 43 años!) Fernando Buide del Real, compositor gallego doctor por la Universidad de Yale, inmortalizó en el pentagrama cuando aún andaba por los veintipocos.

 

¿Una línea argumental común? El Atlántico, evidentemente; la conexión geográfica, histórica y vital entre ese Breogán gigante que observa desde A Coruña y la Gran Bretaña que intentamos vislumbrar en el horizonte que nos regala la Torre herculina. Son muchas historias las que atesora y hermana Folgado en este hallazgo discográfico insólito. Raro por infrecuente, pero, ante todo, hermoso y embaucador.

 

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