Puede que Joni Mitchell sea la artista femenina más influyente y fascinante que la canción popular nos regaló a lo largo del siglo XX, así que su decisión de abrirnos de par en par las puertas de su desván y dejar que husmeemos en su colección particular de grabaciones históricas tiene un valor documental incalculable. Ya sucedía así hace justo ahora 12 meses con Archives – Volume 1, que cubría un periodo, entre 1963 y 1967, en el que apenas había debutado discográficamente a nivel oficial. La sucesora de aquella entrega repite ahora diseño (prodigioso) y dimensiones (cinco cedés, unos abrumadores 330 minutos) para documentar el tránsito desde 1968, con el debut de Song to a seagull, hasta uno de los discos más hermosos que ha sido capaz de concebir el ser humano: Blue (1971).

 

Ante las dimensiones del proyecto y de su protagonista, parece inevitable la tentación de rememorar aquí las Bootleg series del maestro Dylan, pero la casuística es bien diferente. Estos Archives están legitimados por una dimensión testimonial muy evidente, pero las auténticas perlas inéditas aparecen en cantidades muy contadas. A diferencia del bardo de Duluth, nuestra canadiense era mucho más hábil y aseada a la hora de dar forma a sus álbumes y no cometió ningún error de bulto a la hora de entregar a la imprenta las entregas definitivas. Emociona aquí, por ejemplo, descubrir Hunter, descarte en el último momento de Blue, pero queda claro, pese a su belleza, que su inclusión no habría hecho mejor aquel álbum de lo que es. Y llama mucho la atención que Joni probase Conversation tanto en las grabaciones para Song to a seagull como en las de Clouds (1969) para acabar descartándola en ambos casos. No vio la luz hasta Ladies of the canyon (1970), disco ya absolutamente fundamental…, pero no, desde luego, por esa pieza en concreto.

 

El material de estudio es, en realidad, muy escaso, y los cuatro elepés del periodo solo aportan a la caja 11 cortes de aquellas sesiones. El verdadero atractivo de Archives – Volume 2 radica, por tanto, en el material en vivo, no solo inédito sino a ratos emocionantísimo y no pocas veces fascinante. Llega aquí el momento de descubrir el debut de Mitchell en el Carnegie Hall, el 1 de febrero de 1969, que se nos lega con un sonido óptimo y la sensación imperecedera de que aquella mujer trémula y aún inexperta ya estaba entonces haciendo historia. Y es fabuloso el concierto para la BBC del 29 de octubre de 1970, en el que Joni invita a lo largo de cinco canciones a James Taylor con una comunicación mercurial y resultadores estremecedores. Las cuatro primeras son de Mitchell; el colofón lo aporta el de Belmont regalándole You can close your eyes, su entonces inédita canción de admiración hacia… Joni Mitchell.

 

Para el anecdotario quedan las 14 interpretaciones de nuestra musa rubia el 19 de marzo de 1968 en Le Hibou Coffee House de Ottawa, un mítico escenario que desaparecería del mapa allá por 1975. Descubrimos aquí que el autor de aquellas grabaciones, rudimentarias pero provechosas, fue un tal… Jimi Hendrix. Y hay que avisar, eso sí, que los registros domésticos, en casa de Joni y no digamos ya en el apartamento de Jane Lurie, son toscos y apenas audibles. Como la breve sesión para John Peel de septiembre de 1968, aunque esa cuenta con la peculiaridad de que a Mitchell la acompaña el grupo de John Cameron, una circunstancia muy inusual en unos años en que nuestra protagonista comparecía casi siempre ante el público en completa soledad.

 

Hay que ser muy seguidor de la causa mitchelliana para disfrutar esta entrega en su totalidad, de acuerdo. Pero hay aquí no menos de tres horas de goce intenso y curiosidades suculentas. Por ejemplo, Ladies of the canyon con violonchelos o Urge for going con arreglos de cuerda. Y, más llamativo aún, la histórica River con trompas, que acentúan el aroma navideño. Tenemos que quedarnos casi siempre con las lecturas originales, las que ya conocíamos. Pero que Joni nos haya hecho partícipes de las alternativas es un detalle que le tendremos que agradecer por siempre.

 

 

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