El título del decimoquinto álbum de Kevin Moore es el que es, pero si acudimos al tema que sirve para bautizarlo descubrimos que su formulación completa modifica el significado: Good to be (Home again). Y esa sensación hogareña, de bienestar en el regreso a nuestras cuatro paredes más familiares, es lo que late durante todo este trabajo. Plácido y bondadoso, tan grato y dócil que seduce sin llegar a arrebatar. Porque escoge siempre la caricia leve frente al pellizco, lo que lo convierte en un acompañante magnífico pero no en un conquistador de corazones.

 

Depende todo del grado de riesgos que el oyente esté dispuesto a asumir. Si buscamos emociones fuertes, este hogar no es el nuestro. Y si queremos reencontrarnos con el afilado guitarrista de blues que conocimos un cuarto de siglo atrás, tampoco. Resulta, de hecho, muy difícil hablar de blues ante un medio tiempo tan liviano como Sunny and warm, un título ya bastante elocuente sobre su empeño de encumbrar la música ligera y el paseo despreocupado a media tarde, acaso con la brisa de alguna playa californiana refrescándonos las pantorrillas. Hagan otra prueba: imaginen Good to be (Home again), que es magnífica, en la voz de James Taylor, y ya verán cómo no dudan ni un instante en adjudicarle la autoría.

 

Son momentos vitales, imaginamos. Keb’ Mo’ acaba de cumplir 70 años, se le intuye radiante y satisfecho del pellejo que le ha correspondido habitar, y prefiere compartir ese bienestar en vez de centrarse en cualquier argumento para el desasosiego. El acercamiento al blues de The medicine man está impregnado de bluegrass por gentileza de Old Crow Medicine Show y resulta de un vitalismo incontenible. Darius Rucker, el carismático líder de Hootie & The Blowfish, también muestra su lado más dócil y bondadoso en Good strong woman, mientras que la balada Marvelous to me, con pompa y boato orquestal, linda con el placer culpable y el hilo musical. Igual que la irrupción de Kristin Chenoweth, habitual en los montajes de Broadway, para el capítulo final, Quite moments. Cuidado con la diabetes.

 

No, Good to be… no es un álbum para el vértigo, sino para la sonrisa cordial. Hay que contextualizarlo para no llevarnos a engaños con él. Y hay que avisar de que un disco que recurre a Lean on me, de Bill Withers, como versión estelar siempre acaba haciéndose un huequito en nuestro corazón.

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