Como quien no quiere la cosa, Micah Paul Hinson suma ya sus buenas dos décadas contraviniendo cualquier atisbo de norma académica frente a sus añejos micrófonos de crooner. Pero hacía tiempo que no le escuchábamos sollozar o murmurar en un estudio de grabación (desde When I shoot at you with arrows, I will shoot to destroy you, en 2018), y este duodécimo álbum, fraguado en cinco fulgurantes días de excursión a Iripinia, en el sur italiano, supone un reencuentro adorable. Su voz sigue tan arrugada como siempre y menos propensa a desafinar, pero esa sensación de que le tenemos siempre al borde mismo del quebranto termina haciéndole inconfundible e irresistible. I lie to you vuelve a sonar a un Johnny Cash empapado en bourbon; a un Kurt Wagner, de Lambchop, mucho más dolorido (aún) que el original. Pero hay en él indicios claros de redención, atisbos de que vivir puede ser una experiencia a ratos esperanzada. Y canciones tan emocionadas, y emocionantes, como para no reducir a Micah a un mero icono del malditismo.

 

Es conocida la biografía pendenciera de este hombre, adicto a vicios varios y precoz morador carcelario. Las suyas suelen ser canciones de luces largas y mensaje para la congoja: la vida da para lo que da, llega hasta donde llega. Solo que I lie to you introduce ciertos matices. Apela a ratos a la sensualidad, e incluso su envoltorio fotográfico se detiene en el detalle voluptuoso de las curvas corporales de pecho y caderas capturados en primerísimos planos. Y los arreglos de cuerda, aun siendo siempre comedidos, confieren entidad, belleza y porte solemne a unas canciones esta vez no tan desmadejadas.

 

Porque a este repertorio compungido le sienta bien, muy bien, el contrapunto redentor de esas cuerdas prudentemente hermosas. Estas 10 canciones huyen como de la peste de cualquier cosa que pudiéramos confundir con un estribillo, pero Find your way out se acerca algo al pop, aunque sea dentro de los parámetros hinsonianos. Y sí, ya sabemos que la musicalmente cándida, inofensiva, campestre y navideña Please daddy, don’t get drunk for Christmas encierra, claro, una historia terrible (“Papá, por favor, no te emborraches por Navidad, que no quiero ver llorar a mamá”), pero a cambio la colección remata con una versión tierna y adorable de 500 miles, tan popular seis décadas atrás en las voces de Joan Baez y de Peter, Paul & Mary.

 

Igual el amor le está sentando bien a Micah, ahora que se nos ha mudado a Madrid e invierte al menos la mitad del año en suelo español. Al menos, podemos convenir en que con I lie to you entran muchas más ganas de abrazarlo que de compadecernos de él.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *