El factor de la insularidad no nos debería servir como excusa, en estos tiempos globalizados, para justificar la todavía escasa repercusión que ha obtenido el travieso cantautor y geniecillo del pop canario Samuel Sánchez, que debuta ahora como artista en solitario bajo este nombre artístico de Sanches. Le habíamos podido seguir la pista hasta ahora como la mitad de Aburrido Cósmico, un dúo junto a Enrique López que también merece mayor difusión y que sigue plenamente vigente, pese a esta aventura en primera persona. Pero Romances de tarifa plana consagra, o debería consagrar a Samuel como un cancionista vigoroso, sagaz, sobrado de ingenio y con una visión panorámica del pop sin fecha de caducidad.

No hay empeños de modernidad mal entendida en estas 11 canciones que se pasan en un vuelo, escritas bajo los cánones de la música atemporal, contagiosa y bien construida. Los evidentes aires sesenteros de Quiero estar corroboran la sensación de que Sanches quiere seguir sonando en nuestros reproductores más allá del fugaz momento en que desprecintamos el disco o procedemos a su rápido y precipitado picoteo digital. Pero todo el lote deja esa misma sensación de un autor con pulso firme y encanto evidente e instantáneo. El propio de un tipo que lleva muchos años acumulando sabiduría e influencias en su memoria sonora y sentimental.

La prístina producción de los también grancanarios Alby Ramírez y Sergio Miró, integrantes de The Birkins que firman conjuntamente como El Quebradero, contribuye a afianzar esa validez nada efímera. Tres metros cuadrados, por ejemplo, suena a gran pop-rock argentino para apuntalar la sorna de ese viaje global sin salir de un cuartucho. Es vibrante e instantánea La multitud, con teclados de apoteosis, bajo pedal y ganchos al mentón. Hay algo de los Vetusta Morla más sosegados en No he venido a dejarte marchar (“Nunca he querido dejar de volar / por las malditas turbulencias”) y el ascendente de Niños Mutantes parece alentar la también excelente ¿Qué pasó?, donde se esconde el ingenioso verso que ha acabado dando título al álbum. Hay, en fin, mucho que escuchar, curiosear y leer a este tipo luminoso, curtido y con buenas historias en la chistera. Quién paseara por Las Palmas o su playa de Las Canteras para escucharle de cerca.