En cierta ocasión le preguntamos a Steve Gunn qué nota se concedería como cantante y cuál en su faceta de guitarrista. Superada la sorpresa inicial, recogió el guante y afinó en la autoevaluación: un 6,5 en la faceta de vocalista y un 8 a la hora de rasgar las seis cuerdas, el oficio con el que logró desde bien pronto el reconocimiento y la admiración. Lo curioso es que en este sexto trabajo en solitario no se ha propuesto como prioridad la de subir nota en ninguna de las dos facetas, sino consolidarse en la de compositor. Afinar el pulso de la escritura. Lo consigue con la colección de originales más minuciosa y atípica de su carrera, un sexto álbum que precisa de escuchas sosegadas y oídos predispuestos a la sorpresa para acabar consolidándose como el gran trabajo que es.
No son evidentes ni instantáneos todos los encantos de Other you, un título (Otro tú) que ya insinúa la búsqueda de nuevos conceptos e identidades. Steve es un hombre de Pensilvania muy asentado en Brooklyn (Nueva York), pero que ha querido marcharse esta vez a grabar a Los Ángeles y no oculta su devoción por el folk británico purasangre. Y es así que este trabajo acaba sonando a Costa Oeste de corte perezoso, más amigo del paseo vespertino que de la tabla de surf. O a Nick Drake en alguno de sus raros días en que no se dejara abrumar por la melancolía cuando cogía entre las manos una guitarra.
En realidad, el influjo de Drake era mucho más evidente en el trabajo antecesor, el melancólico y soberbio The unseen in between (2019), muy marcado por la pérdida de su padre y la búsqueda de consuelos a partir de ella. Aquí puede haber momentos de claro regusto británico (The painter, por ejemplo, es fabulosa), pero sin esa carga de dolor y pesadumbre, sin la tristeza horadando los huesos. Y ello le acerca más a Ryley Walker, otro émulo del autor de River man, que al modelo original en sí.
Como ya avisábamos, Gunn no se ha esforzado esta vez en refrendar su evidente virtuosismo con la guitarra, que solo saca a relucir de manera nítida con Protection, el único corte por encima de los seis minutos. Es más, a veces parece más interesado en los colchones etéreos de los sintetizadores, que en Good wind (melodía desconcertante, estática y bellísima) le muestran como un hombre desmadejado y en Reflection hasta podría recordar al soft pop de los setenta. ¿Habrá estado Gunn escuchando últimamente más a Stephen Bishop que a Michael Chapman? Quizá no, pero Other you acaba siendo su entrega más ecléctica, lúcida y calurosa. Y no hablamos tanto del calor del solo como del calor humano.
En mitad de un repertorio memorable (On the way o Circuit rider son los mejores ejemplos de folk-rock de la temporada, Morning river captura la esencia del folk más pastoral), solo se entiende regular, incluso mal, el paréntesis instrumental de Sugar kiss. Ese amago de ambient a partir del arpa invitada de Mary Lattimore parte de la nada para llegar a ningún sitio, además de no guardar la más mínima relación con los otros 10 cortes del trabajo. Hecha la salvedad solo se puede insistir en la fascinación. Gunn ha pasado de relevante a imprescindible. Y eso sí que supone subir nota.