No parecía haber de antemano demasiados motivos para el optimismo ante este nuevo álbum de Sting, genio juvenil indiscutible que no siempre ha mantenido ni el olfato ni el sentido de la orientación con la entrada del nuevo siglo. Los antecedentes inmediatos no invitaban a la esperanza: el disco de colaboración con Shaggy en 2018 (44/876) era un capricho entre insólito e incomprensible, mientras que la revisión de clásicos propios (My songs, 2019) no aportaba prácticamente ningún color diferente ni novedad de relevancia a las excelencias originales del catálogo. Si a ello le sumamos que Gordon Sumner acaba de incorporarse al club de los septuagenarios y que ha ralentizado mucho la producción de material de estreno, parece claro que los escépticos jugaban con muchas bazas a su favor.

 

Pero esta vez se equivocaban.

 

The bridge no llega a ser un gran álbum, pero sí, seguramente, el mejor disco que podríamos esperar de Sting a estas alturas. Enlaza en espíritu y sonido de manera muy directa con su antecesor más evidente, 57th & 9th (2016), que ya tenía mucho de recuperación y rearme. Y demuestra que el padre de The Police puede recuperar sus moldes más característicos y facturar herederos dignísimos para sus grandes clásicos. De hecho, hay algo de autohomenaje en algunos de los pasajes más distinguidos del trabajo. Rushing water es una apertura esplendorosa que remite a ese sonido metálico, musculoso y rutilante de Everything she does is magic, mientras que en Harmony road recupera a uno de sus iconos de los primeros pasos en solitario, el saxo de Branford Marsalis, con un solo que remite al de Children’s crusade, de The dream of the blue turtles (1985).

 

En cuanto a la delicada guitarra en arpegio de For her love, él mismo podría presentarse una demanda por plagio: es parecidísima a la de Shape of my heart, por ejemplo. Pero el genio, y no solo el oficio, prevalece. If it’s love surge como un single ligero y encantador, un soplo de pop-soul en el que acaba teniendo un pase incluso el silbidito. Y The bells of St. Thomas es la verdadera exquisitez del lote, una de esas ocasiones en que Sting lanza a la papelera las plantillas preexistentes y se interna por vericuetos melódicos muy emocionantes.

 

Seamos razonables: no es el momento de pedirle a Sumner un gran despliegue ni una eficacia desmesurada. The bridge es un disco tirando a breve y con algún tema de calificación inferior (en particular, Loving you, pero con otros dos o tres que mueven a la indiferencia). Y la versión deluxe, con el instrumental funk Captain Bateman’s basement y una lectura muy plana de Sittin’ on the dock of the bay, no aporta un triste gramo de valor añadido. Pero la maestría prevalece. Y aflora, aquí y allá, en proporciones bien satisfactorias.

3 Replies to “Sting: “The bridge” (2021)”

  1. The Bridge es más compacto y más temático como álbum que 57th & 9th, y mientras que este último es de corte rock, The Bridge es pop austero y autosuficiente con acentos soul, rock, electrónicos, jazz, folk o country dependiendo de la canción. En mi opinión la joya de la edición deluxe es la versión de Otis Redding, muy respetuosa y donde Sting consigue un tono y conexión perfectos (los otros dos temas de la versión deluxe son derivados de dos temas del álbum que no aportan nada). Satisfará a los fans de Sting que vemos que el álbum va ganando con más escuchas, aunque no llegue al nivel de sus primeros álbums en solitario. Y gracias por tu razonable reseña, que contrasta con las de los haters posers que van repartiéndo carnets de rockero a lo que iba haciendo Sumner estas últimas décadas

  2. Sting, Paul McCartney, Elton John, Rolling Stones, The Who, Robert Plant, todos en activo con más de 70 años. Y luego dicen que el clima de las islas es malo.

    Luis

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