Hay cosas que no cambian con el tiempo. Y ante las que, en su caso, no cabe más remedio que apostillar: por fortuna. Por ejemplo, la capacidad de Rivers Cuomo para alegrarnos la vida. No tenemos el gusto de conocerle, pero consigue transmitir no solo admiración y talento, sino complicidad. Como si fuera uno más de la familia. O, como mínimo, el vecino sonriente que ofrece conversación hasta en el ascensor (cuando podía compartirse ascensor y veíamos las sonrisas). OK human es el paradigma del disco descomplicado que mejora nuestra producción de endorfinas. Nada más. Nada menos. En realidad, un mérito notabilísimo: hay muy pocos autores capaces de modelar estas píldoras redondas, radiantes, palpitantes, tarareables y revitalizadoras en formato de tres minutos (o menos). Verdaderos prozacs melódicos que nos hacen mejores y ni abotargan ni dejan otras secuelas.

 

Mucho mérito, sin duda. Son ya catorce los álbumes y casi tres las décadas durante las que Rivers Cuomo saca a paseo su irresistible instinto de melodista. Y esa ironía fina, afable y sentimental que le lleva a titular esta docena de nuevas composiciones refutando con simpatía el mítico álbum de Radiohead: OK computer es un sello lícito, claro que sí, pero los angelinos exteriorizan aquí su predilección por el aliento humano frente al trajín de la máquina. Lo más característico, con todo, es esta vez la renuncia a las guitarras en beneficio de las cuerdas y los vientos, lo que confiere al conjunto una refinada y preciosista condición de pop de cámara. Playing my piano deja entrever, de hecho, que Cuomo ha compuesto el repertorio frente a las teclas blancas y negras, y no con una guitarra entre las manos. Y ello contribuye al tono más sentido y confesional de no pocos momentos. Incluso en los brevísimos y preciosos 77 segundos de Mirror image.

 

Por resumirlo de manera gráfica: Rivers suena esta vez menos a The Cars y más a Ben Folds. O a la vertiente más candorosa de Matthew Sweet. Pero el trasfondo es el del pop inmaculado, por más violines y violonchelos que se sumen a la fiesta. La tripleta inicial (All my favorite songs, Aloo gobi y Grapes of wrath), por ejemplo, aporta un latido efervescente e imparable. Y tanto Bird with a broken wing como Dead roses, de tan pomposas y solemnes, de tan rematadamente hermosas, merecerían hueco entre los grandes compositores melódicos de los setenta. Cosas de Cuomo, cerebro preclaro capaz de sacarse de la manga un discazo inapelable al que le bastan 31 minutos para contarlo todo.

2 Replies to “Weezer: “OK human” (2021)”

  1. Este disco ha sido una grata sorpresa, Weezer tiene altibajos y, tan pronto te da un pestiño como Raditude o Pacific Daydream como que te encandila con EWBAITE o con este OK Human. Discazo a disfrutar. Esperando ahora la versión con guitarras que no tendrá desperdicio.

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