Hay discos que, más allá de su relevancia musical, adquieren la consideración de acontecimiento. My back was a bridge for you to cross lo es por varios motivos. En primer lugar, porque nos encontramos con el primer trabajo de los Johnsons en la friolera de 11 años, desde los tiempos de Cut the world (2012), y supone un reencuentro con un sentido de la lírica y la sensibilidad del que ANOHNI se había desentendido por completo en su debut solista, Hopelessness, para el que se orilló a la música electrónica con unos resultados entre hieráticos y desconcertantes. Pero, sobre todo, porque no se nos ocurre mejor artista y momento para reivindicar una manera de ser y de sentir frente a las más burdas y terribles expresiones de transfobia, insensibilidad social y ausencia de empatía que se han instalado en una parte no pequeña de esta sociedad occidental que creíamos tan avanzada.
Para expresar ese compromiso y la comunión con el prójimo, Hegarty se orilla como nunca antes con el soul, y más aún con esa ramificación social y concienciada que prendió en el género a finales de los sesenta y durante los primeros años setenta. ANOHNI ha confesado que escucha de manera casi compulsiva durante estos últimos años What’s going on (1971), de Marvin Gaye, una fuente de inspiración palmaria para My back… ni siquiera en piezas concretas, sino como concepto global. Y a ello se le suma la visceralidad, el nervio y la emoción de las primeras tomas, que predominan en el álbum y lo impregnan de autenticidad y genio, de urgencia y pequeñas imprecisiones, de una palpitación más necesaria que nunca. Tanto It must change como Can’t se erigen en ejemplos flagrantes de este empeño, y ambas parecen abocadas a la condición de clásicos en el repertorio de la artista británica de residencia neoyorquina.
Con todo, esa pulsión profundamente ardorosa y sentida de ANOHNI quizá no conozca un punto tan elevado como Scapegoat, donde el crescendo emocional es tan acentuado como para desembocar en un epílogo instrumental que parece trasunto del Purple rain de Prince, nada menos. La segunda mitad de la entrega queda así inmersa en un tono más íntimo y preciosista, con piezas semidesnudas y hermosísimas como Rest (pese a los arrebatos guitarreros del último tercio), Why am I alive now?, la lentísima y fragilísima There wasn’t enough o la torturada It’s my fault. Si nuestra Isabel Coixet concibió una escena para la música de Hegarty cuando la descubrió con Hope there’s someone (entonces aún como Antony & The Johnsons), parece evidente que My back was a bridge for you to cross podría inspirarle una película completa.
Habla ANOHNI de que ha querido esta vez “responder a preocupaciones globales y ambientales expresadas por primera vez en la música popular hace más de 50 años”. La propia imagen de portada, un retrato fechado en los años setenta de la legendaria activista Marsha P. Johnson (la misma que inspiró el bautismo de los Johnsons, precisamente), refleja esa toma inequívoca de partido; un compromiso con el otro, con los otros, para el que ya no valen silencios, condescendencias ni medias tintas. My back… es soul contemporáneo con vocación eterna y trasfondo folk. Normal que no menos que Jimmy Hogarth, firma asociada a Tina Turner o Amy Winehouse, haya sido el escogido como productor. Porque este álbum, por su contenido y belleza extática, pero también por cuanto representa, es cosa muy seria.
Pues que bien tu reseña, me encanto Antony en su primer disco, luego lo abandone con el tema electrónico. Y con referencias como las que citas del What’s going on (me declaro también escuchante convulsivo de este albúm) no podia fallar. Estudendo albúm y gracias por hacer que no lo dejara pasar…
Gracias a ti por tu lectura tan atenta y amable, Carlos. Un placer.