¿De dónde ha salido Joan Pérez-Villegas y cómo es que no habíamos reparado hasta ahora en su presencia? Siempre hay carencias en los radares para la detección temprana de talento que debemos reparar con la mayor urgencia, y este es un caso ejemplar al respecto. Mallorquín del 94, treintañero con toda esa flamante década aún por delante, Pérez-Villegas es un vibrafonista diligente pero, sobre todo, un compositor pasmoso, dueño de una mirada panorámica absolutamente insólita a sus años y con la capacidad de integrar, de manera muy ingeniosa, los lenguajes del jazz contemporáneo, la música clásica y los ritmos étnicos. Y no hay mejor demostración al respecto que los ocho minutos vertiginosos que abren esta entrega, esa filigrana titulada Here, there, nowhere en la que conviven y caracolean compases irregulares de inspiración balcánica, ramalazos celtas, fugas de formación clásica y una sensación de solvencia y sorpresa como no percibimos casi nunca ante el vértigo de los atriles y el papel pautado.
Pérez-Villegas es el artífice de Blau Salvatge, un octeto joven y multicultural (en sus filas confluyen españoles, alemanes, suizos y estadounidenses) que se comporta como un laboratorio de experimentación con sonidos de raíz jazzística y folclórica que acaban adquiriendo hechuras de música camerística, como sucede en ese Fil de lluna que bien podría conocer, con la infraestructura adecuada, una lectura en formato de big band. Así se las gasta este autor fecundo, que a su edad esplendorosa atesora ya su paso por la Esmuc (cómo no), un máster en composición de jazz por la HKB de Berna, premios varios de composición y hasta un galardón portugués como integrante del dúo de percusionistas Face Two Phase.
También podemos encontrarle moviendo los hilos del cuarteto de canción mallorquina Alanaire, que ya ha puesto un par de álbumes en circulación. Pero sin duda ha de ser este Blau Salvatge el ojito derecho de sus ocupaciones, en vista de que es aquí donde se explaya y deja volar ese fabuloso magma de aprendizajes e influencias que le bulle en la materia gris. De ahí que cada uno de estos seis cortes, siempre de cierta entidad y desarrollo (entre los seis y los ocho minutos y pico), constituyan pequeñas aventuras en sí mismos. Hojas de ruta en miniatura donde hay margen para que suceda casi de todo.
El mundo de la infancia y la maternidad, o más bien de la creación misma, está muy presente a partir de las aportaciones vocales de la también mallorquina Júlia Colom, que redimensiona la muy mediterránea nada Vou veri vou, y de la italiana de ascendente rumano Francesca Gaza, que con Non manca niente traza el abandono del hogar familiar por parte de una hija como una manera de reverdecer el espíritu de aquel Qué va a ser de ti serratiano. Y la niñez también es protagonista, claro, de A childish tantrum, un experimento originalísimo por el que cada integrante de Blau Salvatge escoge la melodía más representativa de su infancia y entre todos acaban dando vida a una especie de suite en siete partes.
Blau Salvatge ya había estampado su firma en un primer álbum, siete años atrás, en los tiempos en que su gran artífice andaba trasteando por las aulas de la Esmuc. Esto que nos incumbe ahora, claro está, ha adquirido otras alturas y dimensiones. “Hiraeth” es un término medieval galés (!) que se refiere a un lugar imaginario que sirva como refugio para el alma (!!), un hallazgo ya desde el punto de vista lingüístico con el que nos queda clara esa curiosidad por el mundo que anida en la mirada de Joan. Un observador insaciable, por lo que barruntamos; y bien que se nota cuando son sus partituras las que entran en juego.