El folclorista Eliseo Parra, personaje imprescindible para comprender el devenir de la música popular ibérica en el último medio siglo, anunció en 2023 que abandonaba los escenarios, se despidió con un concierto emocionantísimo en Alcalá de Henares (Madrid) allá por enero de 2024 y parece más que dispuesto a cumplir con su palabra, pero por fortuna no ha renunciado a seguir visitando los estudios de grabación. Y este Recopla es el primer fruto de su empeño en completar y redondear una discografía ejemplar, un trabajo personalísimo que conecta al sabio vallisoletano de Sardón de Duero con aquel niño que creció durante la década de los cincuenta escuchando copla andaluza en la radio de la cocina y escuchándosela canturrear a su madre, fascinado por la belleza prístina de aquellas voces arrolladoras y el embrujo de unas historias misteriosas y muy elaboradas que por entonces no alcanzaba a comprender, pero sí le podían subyugar.
Hace mucho ya que, por fortuna, no hay que dar explicaciones ni pedir disculpas por enarbolar la bandera de la copla, desposeída hace tiempo de su pátina antigua y franquista porque ambos prejuicios daban por válidos argumentos desatinados o abiertamente erróneos. La dictadura abrazó el gracejo de «lo popular» creyendo que la esencia misma del país recaía en las voces de aquellas folclóricas (aunque también había hombres colosales en la ecuación, comenzando por el sublime Miguel de Molina, vilipendiado por su condición de homosexual), y por supuesto ningún cura, censor ni guardián de la moral fue capaz de percatarse del poderío transgresor encerrado en unas historias que protagonizaban hombres y mujeres marginales y dispuestos a seguir siendo ellos mismos aun en las más desfavorables de las circunstancias. Por eso es tan hermoso que Eliseo, siempre tan comprometido con el espíritu más libérrimo, en lo personal y en lo artístico, abrace y haga suyas aquellas canciones que canturreaba de chiquillo y a las que ahora, en este noviembre en el que alcanza sus 76 otoños, dota de un significado profundo, intenso, entrañable, comprometido y conmovedor.
La aventura es singular («La primera infancia es el molde de la vida que viviremos», nos avisa el firmante apelando a una cita del añorado periodista Ramón Lobo) y Parra la afronta desde la humildad y el más inmenso de los cariños, prescindiendo de su banda de las grandes ocasiones y limitando la alineación instrumental, las más de las veces, a su propio manejo de las percusiones y el laúd, junto a la bandurria de su buen amigo Joselu Martín Rozas. El trino es luminoso y humilde, como la canción popular en sí misma, y solo ocasionalmente la guitarra del ilustre Josete Ordóñez, siempre tan grande, cercano y polifacético, contribuye a aportar un destello adicional a la alineación de instrumentistas. Pero la fórmula funciona por la voz, el talento y la cercanía del cantor castellano, un hombre que hace suyo todo aquello que aborda. Y que en este caso incluso incorpora, sin un átomo de impostura, un leve acento andaluz a sus interpretaciones.
El coplero que Eliseo llevaba desde siempre dentro acabó aflorando a partir de 1989 en Las coplas, el programa de Canal Sur que presentaba Carlos Herrera, y del que la lectura de Lola Malasaña sirve como colofón pintoresco: la calidad del sonido es solo regular y rompe la armonía de los 11 cortes anteriores, pero el valor del documento lo hace impagable. Antes de eso, Eliseo sale airoso y fortalecido con los cantos más reconocibles, desde Torre de arena a Mal de amores, Campanera o Los piconeros, piezas que hemos escuchado en docenas de gargantas ilustres y que nuestro protagonista afronta con una naturalidad desarmante y hermosa. E incorpora otro buen puñado de títulos maravillosos, de La hija de don Juan Alba a Mar blanca (el maestro Morcillo escribiendo para Antonio Molina), El cabrerillo, Los aceituneros o Manolo de mis amores.
Eliseo renuncia a los cambios de género y asume el papel del original, sin importarle si era masculino o femenino. Y termina haciéndonos partícipes de una memoria sentimental personalísima que solo grandes artistas como él pueden hacer universal y compartida, incluso por quienes nunca conocieron, por generación o geografía, aquella educación coplera. No le pediremos a Parra «limosna de cantares» para que lleve esta Recopla sobre las tablas, pero le seguiremos echando de menos. Y sugiriendo que se lo ponga más sencillo a sus todavía numerosos y variados admiradores: además de poder encargar un ejemplar de Recopla a través del correo chilladiscos@gmail.com, sería deseable que estas 12 preciosidades estuvieran disponibles en plataformas, YouTube y otros cauces, en fin, más comunes.