No era tarea sencilla ondear la bandera de Foreigner en pleno 1981. El mundo se dividía de aquella entre los partidarios de la refrescante new wave y los del crudo y torturado post-punk, y en las (ocasionalmente) denostadas filas del AOR, el «rock orientado para adultos», había que lidiar con la exigente competencia de los siempre bombásticos Journey y de los minuciosos Styx, que siempre amagaban con escorarse a la orilla más sesuda de los progresivos (aunque nunca lo materializaron del todo). Y a todo esto, nuestros aguerridos Mick Jones, Lou Gramm, Dennis Ellott y Rick Wills habían de lidiar con las incertidumbres, endémicas y ajenas, que había generado Head games (1979), un tercer álbum más irregular y desenfocado tras el que sus compañeros de generación (añadamos a Boston o, para los más finolis, Toto) les habían adelantado por la derecha. Así las cosas, 4 ejerció como arrebato, movimiento de autoafirmación y jugada maestra, y es fantástico reescucharlo ahora y recordarlo como un hijo de su época que le puede mantener firme la mirada al siempre implacable escrutinio del tiempo.
La ocasión de ponernos al día con un álbum que quizá llevásemos una larga temporada sin acercar por el reproductor la brinda esta reedición fabulosa en el consabido formato de caja antológica de cuatro discos compactos (más blu-ray con las mezclas en formato atmos), de los que un porcentaje elevado de las incorporaciones se antojan irresistibles. La remezcla de los 10 cortes originales aporta novedades solo sutiles, porque la producción original, encabezada por el ilustrísimo Robert John «Mutt» Lange (que venía de cincelarles a AC/DC su canónico Back in black: ahí queda eso), era casi imbatible. Pero el segundo disco aporta una canción de «estreno» absoluto, sabrosísimas rarezas y tomas alternativas o primerizas muy curiosas. Y el cuarto álbum comprende un fabuloso muestrario de la gira mundial de 4 fechado entre 1981 y 1982. Sus casi 80 minutos, completamente inéditos, provienen de actuaciones en Birmingham (agosto de 1981), Dortmund (diciembre de 1981) y Anaheim (California, julio de 1982), y son un escándalo de virtuosismo, músculo y orgullosa desmesura de estadio.
Un monumento del AOR que ha superado la prueba del tiempo y ahora se multiplica hasta un cuádruple cedé
Con 4 sucedieron muchas cosas, casi todas muy buenas. Al carácter ya de por sí minucioso del cuarteto neoyorquino se le sumó el detallismo obsesivo de Lange, lo que se tradujo en sesiones kilométricas, monumentales y seguramente agotadoras, pero el tiempo demuestra que aquel empeño denodado obtendría el refrendo de la posteridad. El rock de apariencia fiera y vocación melódica nos estallaba en la cara con Juke box hero y otros ejemplos no tan recordados pero igualmente difíciles de batir, desde la apertura con Night life al desenfreno de Woman in black o Don’t let go. Pero nada era tan sorprendente, desmesurado y –superada la primera impresión– adictivo como Urgent, un tema relativamente desconcertante para los cánones de Foreigner que pronto evolucionaría a la condición de imprescindible: el bajo y la ambientación general se escoraban contra pronóstico hacia el funky, o algo parecido, y el mundo se imaginaba mucho menos aún la irrupción del saxofonista Junior Walker, con uno de esos solos que se convertirían en icónicos en aquellos años con los mejores saxos que se ha agenciado el rock (abrazo fuerte, Clarence).
Añadamos el toque casi retro, o cincuentero, de Luanne y comprenderemos que había poco margen de objeción para esta cuarta entrega, pero aún nos quedaría por subrayar con tinta indeleble el caso de Waiting for a girl like you, uno de esos baladones con sintetizadores ambientales y engolados que ha superado todos los requisitos para la posteridad. Sí, ya sabemos que en los cánones de las power ballads acabaría gozando de mayor predicamento y altura histórica la estratosférica I want to know what love is, pero el disco que la incluía (Agent provocateur, 1984) era sensiblemente inferior a 4 y para entonces los buenos de Gramm y Jones ya se habían enzarzado en la consabida batalla de egos que acabaría provocando que todo saltara por los aires.
Con semejantes estándares de calidad se comprende que una pieza tan poderosa y prometedora Fool if you love him se quedase a medio hacer, como el que cincela una filigrana y abandona el trabajo en pleno proceso. La aparición de esta pieza ha representado el gran hallazgo de esta edición: nadie parecía conocer o recordar la existencia de semejante maravilla, pero la sorpresa fue tan gratificante que Lou accedió a escribir e interpretar dos estrofas adicionales, pues en su día solo se trabajó en el primer minuto y medio del corte. Estamos, pues, ante un caso extraño: no es la publicación de un corte inédito o descarte, sino la restauración y finalización de una obra inacabada. El sonido parece muy aceptable, pero, sobre todo, el resultado es magnífico: hay que andar muy sobrados de material y confianza para dejar en el limbo una pieza que habría hecho temblar los cimientos de los pabellones tanto como muchas de sus coetáneas.
Solo el tercer cedé de la colección, con mezclas primerizas de las pistas instrumentales básicas, se antoja material destinado a los muy, muy fans, por más que llamen la atención las variaciones en las líneas de bajo o en la existencia de introducciones o pasajes que luego se modificaron o se desvanecieron. Es improbable que alguien le conceda a un disco así una segunda escucha, más allá de la curiosidad de la primera. Pero tanto el disco 2 (versiones iniciáticas, caras B, letras alternativas y hasta un Waiting for a girl like you para voz y piano) como el 4, con el frenesí sobre el escenario, son complementos fabulosos y adictivos para el 4 primigenio. Habrá quien tenga escondidos los vinilos de Foreigner en la estantería de los placeres culpables, pero incluso esos colocarán ahora esta caja en un lugar bien visible del salón.